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Suecia -y resto de Escandinavia- en coche dormitorio – Luis Alberto Ganderats
Suecia  -y resto de Escandinavia- en coche dormitorio

Suecia -y resto de Escandinavia- en coche dormitorio

Fisgoneando, parando la oreja, convencido que Eva -la primera- debió ser rubia y nórdica, un periodista chileno recorre Suecia y demás países de Escandinavia, a bordo de coches-dormitorio y otros medios de transporte. Pasa de la envidia al infierno, y del embeleso a la angustia.

Estoy saliendo de una pesadilla y comenzando un dulce sueño. Es ella. Ella misma. Eva, rubia, hermosa como un sol, con una sonrisa mezcla de pecado original y dulce candor. La pesadilla ha quedado atrás, en Liberia, el país que Estados Unidos inventó en África para dar una tierra a miles de esclavos negros liberados; pero desde 1822 esos ex esclavos se convirtieron en esclavistas, en vendedores de esclavos nativos, ¡una pesadilla! Por eso abandono el país pensando que la maldad del hombre no tiene remedio. Por la misma razón, cuando en el avión conozco a esa Eva rubia estoy dispuesto a creer que la primera mujer debió ser tan hermosa y tan tentadora como ella.

Sí. Eva debió ser rubia y nórdica como Eva Bostrom-Eklund, la azafata de S.A.S. que me acompañó (a mí y a otros…, ¡por la!) desde Liberia hasta Escandinavia, la Tierra Prometida de los hombres fieles e infieles. Eva no estaba a bordo por casualidad: la S.A.S no sólo ofrece confort -marca registrada nórdica-, sino también algo de eso que un escritor llamó el “paraíso sexual demócrata”.

PRIMERO LA ENVIDIA

Sobre el África he tenido, en consecuencia, mi primer contacto con una región de Europa cuyas costumbres -presumo- no podré describir con pormenores, puesto que las abuelitas también leen. Y para nuestras abuelitas de obligatoria misa diaria o dominical, en Escandinavia las llamadas telefónicas al infierno sólo pagan tarifa local.

Distinto piensan los nórdicos, desde luego. Un pastor luterano se quejaba en mi presencia de no poder tentar a los jóvenes con la promesa de un paraíso extraterreno; ellos creen que el paraíso ya lo encontraron en Escandinavia. Y la verdad es que cuando recorro los campos y las ciudades nórdicas cedo a la tentación de creer que los jóvenes no se equivocan del todo.

Aquí está todo lo que uno desea para su propio país. En muchos días no he visto a nadie estirando una mano quejumbrosa. He visto a todos revestidos de dignidad exterior. Los taxistas, en Volvo o Mercedes Benz, elegantes y en su mayoría jóvenes, parecen sacados de algún aviso de cigarrillos triunfadores. Las niñas que venden papas fritas y salchichas en pequeños puestos callejeros me recuerdan alguna kermesse de colegio caro de Vitacura.

En Escandinavia se han solucionado todos los problemas de la condición animal del hombre, lo que no ocurre -por desgracia- en la mayoría de los países de Oriente y Occidente. Pero estos nórdicos aparentemente satisfechos viven angustiados porque no logran solucionar problemas de otra índole: los de la condición humana.

DESPUES EL INFIERNO

De todo cuida el Estado en Escandinavia, de la cuna a la sepultura. Y de lo que más cuida es que a nadie le falte la libertad, donde se originan el cielo y el infierno que terrenalmente conviven aquí.

Con náuseas y en inglés tengo mi primer encuentro con el infierno: The Biggets porno store of Copenhague. He llegado hace menos de una hora la capital danesa. Aunque es verano, la noche parece invernal. Casi no hay más negocios abiertos que centros nocturnos y tiendas en que la pornografía se exhibe en grandes escaparates. Hace diez años el Gobierno levantó la censura a este comercio y la erupción pornográfica se produjo aquí, pero su lava ya inunda Europa, incluso España y Portugal (como lo he comprobado hasta en los quioscos de periódicos de Estoril).

¿Por qué mis náuseas en ese “porno store”? No parece simple puritanismo. Hay que terminar con la mojigatería, con el sentido pecaminoso de lo sexual, con la idea de que “placer” es una palabra obscena, De acuerdo. Pero aquí -en nombre de la libertad-, se venden revistas y filmes en que niñitas de 12 o 13 años realizan actos aberrantes con hombres maduros y pervertidos. Aquí se venden revistas y filmes en que seres humanos se relacionan con animales.

Oficialmente hay explicaciones: nadie puede utilizar a menores de edad para estos fines (las niñitas fotografiadas son extranjeras, especialmente orientales); todos los mayores de edad tienen derecho a ver o practicar privadamente actos anormales si lo desean. ¿Pero qué ocurre con los niños que de pronto encuentran en su hogar, en una vitrina, en la calle, en el colegio, revistas de esta clase? ¿Podrán recuperarse de la conmoción que le provoca semejante visión de la sexualidad?

LA TRIPLE S

Se ofrecen sensaciones más fuertes a quien no se conforma con revistas o filmes. Por miles existen los llamados “clubes privados”. Para ser “socio” basta pagar la entrada. El socio podrá contemplar in natura, en vivo, lo que cualquier hombre normal o “indeciso” practica en privado.

Anímicamente descompuesto termino aquí mi primer encuentro con la libertad nórdica.

Como para darse cuenta que un huevo está podrido basta probar un poco (y no comérselo todo), abandono la intención inicial de “hacerme socio” de un club privado. Por los diarios seguiré encontrándome, sin buscarla, con esa libertad: avisos de “masajistas”, de homosexuales, lesbianas, zoófilos… Y a lo largo y ancho de Escandinavia, librerías que ofrecen revistas con nombres inequívocos: Sexorama, Eros, Eroscop, Partner, Intim, Sexy Girls, Pleasure, Ero, Spern, Private, Fritids Sex, Love Makers, Extas, PinUp, Fifteen (“es un nuevo magazine pornográfico para usted, que gusta de las niñas muy jóvenes…”).

Aún los diarios discuten aquí si los gobiernos de Suecia y Dinamarca hicieron bien o mal al prohibir que el danés Jorgen Thorsen filmara en sus territorios la… Vida sexual de Jesús. Pero Thorsen ya encontrará el lugar donde nadie haya conculcado la libertad…Y seguirá el Occidente amenazado por los medios de comunicación que bombardean “el sistema” con el arma más eficiente para los conservadores tradicionalistas : la S. S. S. Esto es: sexo, sensacionalismo y socialismo, todo junto, para que el contrabando ideológico penetre fácilmente en un hombre desprovisto de valores y libre… para ser esclavizado.

NO FUME EN LA CAMA

Pese a todo, Escandinavia constituye un placer para quien busca la belleza. Tanto la belleza de la mujer -suecas son Ingrid Bergman y Greta Garbo-, como la belleza del paisaje y de las ciudades, repletas éstas de todas las cosas hermosas que se fabrican en el mundo. Por eso, ya en aviones, en buques o en los excelentes ferrocarriles que irrigan casi toda la geografía escandinava, he recorrido el viejo mundo de los vikingos. Por las distancias (y porque el tema se presta) muchas veces preferí viajar en coche-dormitorio, fisgoneando, parando la oreja, para darles gusto a quienes opinan que el periodista es el profesional de la indiscreción.

Como la sueca sabe sonreír en todos los idiomas y a menudo usa blusas transparentes que traducen todo a cualquier idioma, no me resultó difícil comprobar lo que muchos advirtieron antes que yo: la belleza y la cordialidad (epidérmica) que es propia de Elia y de las otras nórdicas. Años atrás, en 1967,  un viejo taxista español de la isla de Formentera o Ibiza –no lo recuerdo bien– me había sorprendido con una queja:

No hallo qué hacer con mis hijos. Vienen las suecas y me los vuelven locos. Están perdiendo la pureza…

Diez años después -hoy- me encuentro con las suecas en su salsa. Un portugués, compañero de camarote en viaje a Estocolmo, me entrega una versión algo diferente:

No hay tal sensualidad. Sólo hay mucha libertad y ninguna inhibición. No debe confundirse sexualidad con sensualidad. Ellas satisfacen sus deseos, sus instintos, sin misterios ni compromisos. La verdadera sensualidad uno la encuentra entre los latinos y no entre los nórdicos.

Muchos testimonios por el estilo. El mismo portugués, con malicia me traduce del sueco una frase colocada junto a las literas del tren y junto a toda cama de hotel: “Rok inte isangen livs-farligbt”.

-Quiere decir: “No fume en la cama. Es peligroso”. Y es lo único que para los suecos puede resultar peligroso en la cama. Todo lo demás vale- ironiza.

CONSULTORIO SEXUAL

Y vale para cualquier joven. El 80 por ciento de las suecas no aporta la virginidad al lecho nupcial y el 50 por ciento de los niños que la cigüeña transporta hasta Estocolmo han sido sembrados al viento o por lo menos antes o fuera del matrimonio (más bajo es el porcentaje en otras ciudades y en zonas rurales). Legalmente estos niños tienen mayor protección que los hijos de padres casados.

Todo esto ocurre a pesar de que el sueco exige de las autoridades que lo cuide en todo, incluso en lo que es su último reducto privado. En las ciudades pude comprobar que la Riksforbundet for sexuell Upplysning, RFSU, (Liga Nacional de Información Sexual) mantiene oficinas abiertas a cualquier sueco o extranjero. Vende anticonceptivos con la libertad con que en Chile se vende la leche con plátano; informa sobre los trámites que deben hacerse para realizar un aborto legal, y enseña, con lujo de detalles y con toda claridad, algo tan complicado como eso que los daneses llaman svangerskabsforebyggende middel: “métodos anticonceptivos”.

Acompañado de un uruguayo residente en Malmo, la tercera ciudad sueca en cantidad de habitantes, resuelvo ir a una oficina de la RFSU para pedir consejo…sexual. Sólo alcanzo a asomar la nariz a una sala enteramente alfombrada. Al fondo diviso a las personas encargadas de entregar información: tres suecas esbeltas, no mayores de 30 años y ¡níngún hombre! El uruguayo frena tan rápido como yo.

-En Montevideo no me atrevo siguiera a comprar ropa interior para mi señora. ¡Dejáte de pavadas!

¿CONOCE USTED A LIZZY?

Otra sorpresa me espera en el Hotellet Touriste de Malmo, de casi de conventual pulcritud. Al abrir el cajón del velador descubro un libro de aspecto severo: Nya Testament. Psaltaren och Osdspraksboken (Nuevo Testamento. Salmos y Proverbios). Bajo el Nuevo Testamento algo que confirma lo dicho por un periodista: “Los suecos han cambiado a Dios por Eros”. Efectivamente, me encuentro con una serie de revistas con desnudos, aunque no propiamente pornográficos.  

En la primera página del Nuevo Testamento una nota manuscrita “Si necesitas consuelo, lee el Salmo 17”. Lo busco con prisa, con curiosidad. Descubro otra nota: “Si no te sirvió de consuelo llama al 171717 y pregunta por Lizzy...”

Como se dice en Chile, es para quedar con M.C. (manso cuello).

Luteranos en su abrumadora mayoría, pocos suecos practican de verdad su religión. Muchos atribuyen a esta crisis el carácter algo sombrío, nostálgico, que se palpa a simple vista:“Un mal secreto, un profundo hastío, una neurastenia cautelosa y amargada, abruman a este pueblo demasiado limpio y demasiado protegido. Se ha rendido al materialismo y el materialismo lo traiciona”, señala un autor inglés, que de alguna manera coincide con el Dr. Sten Martens, psiquiatra sueco del Hospital Beckonberga (para alienados):

No vivimos los suecos una verdadera existencia biológica. Una vida sin lucha no es vida feliz. Nosotros no necesitamos preocuparnos por motivos serios, como ahorrar para comprar casa propia o para asegurar una educación a los hijos. Y por eso hay aquí tanta gente desorientada.

POSNATAL PARA VARONES

Persiguiendo el bienestar, los suecos han llegado a tener en Estocolmo más de un teléfono por habitante… pero en pocos países se palpa mejor la incomunicación de la gente. Han acabado con la prostitución callejera, pero “las mujeres de poco valor que tienen mucho precio” siguen ejerciendo su oficio con sistemas más sofisticados, en escenarios de los clubes privados, en revistas pornográficas y en filmes (estos se pasan por TV… en horarios de adultos).

Todos tienen auto: la diferencia entre pobres y ricos está en que el pobre debe lavar el auto con sus propias manos. La juventud estudia, sin tener limitaciones económicas, y por la misma razón los jóvenes dejan su hogar y viven por su cuenta. Se acaba la familia. Cualquier persona de 67 años tiene derecho a cobrar un subsidio de vejez: incluso las dueñas de casa con marido vivo y renta suficiente. Las tareas domésticas son

cada vez más livianas por el empleo de aparatos eléctricos (con el tiempo los hogares necesitarán un electricista puertas adentro…)


Casi sin posibilidades de pagar el servicio doméstico, las suecas tienen menos problemas que las mujeres de otras latitudes. Sus maridos -bien formados en economía doméstica desde la educación básica- hacen de todo. Cuando nace un hijo, el permiso post natal puede ser aprovechado incluso por el padre en la etapa más lejana al parto, en caso de que la madre resuelva volver a la oficina para descansar de pañales y mamaderas. La legislación lo permite y ya muchos suecos lo aceptan como algo natural.

SALUD CON RIESGOS

No tienen libertad, sin embargo, para el consumo de bebidas de alto contenido alcohólico. Se castiga a “quien use regularmente el alcohol en detrimento de sí mismo o de otros”. Basta una simple orden administrativa -sin proceso legal ni recurso de habeas corpus- para detener a un ebrio o vendedor clandestino de sprit y otros tragos fuertes. De esta manera se combate la tendencia al alcohol de los suecos, quizá por el clima, tan antigua como su historia, y no fruto, como algunos creen, de la abundancia vacía de hoy.

Altos impuestos y control estatal de la venta de ciertos licores no logran alejarlos demasiado del alcohol. Se promueve, sin embargo, la venta del vino y la cerveza. Para beber fuerte, muchos suecos realizan excursiones en barco a islas finlandesas. Ni siquiera desembarcan. Durante 12 o 24 horas -ida y vuelta- beben hasta quedar como trapos.

Muchas mujeres hacen también este tour “skaal” (¡salud!). Se las suele ver sobre cubierta en paños menores o… sin paño alguno, lo que no asombra para nada a un sueco. La exhibición del cuerpo resulta completamente natural en las playas. Jóvenes y viejas cambian sus trajes de baños mojados por secos sin demasiadas precauciones, porque nadie las mira (salvo los extraños). Cuando los latinos, poniendo cara de postre, miran a las suecas, éstas ni se dan por aludidas, aunque estén medio desnudas.


Tuve una extraña experiencia en la estación de Ostersund, en el corazón de Suecia. Mientras esperaba la partida del tren, una joven trigueña, de ojos celestes, se sentó en un asiento vecino. Me quedé mirándola como si presenciara una aparición. Nunca había visto antes un rostro más armonioso y dulce. Al darse cuenta que la observaba, instintivamente tomó su cartera que había dejado sobre el asiento y la sujetó con firmeza entre sus manos

No se mira así a las mujeres en Escandinavia.

Otra vez, en cambio, tomando desayuno en un pequeño buque que une Malmo con Copenhague, Dinamarca, en mi mesa una mujer joven leía concentradamente un diario. Saqué un cigarrillo y quise prenderlo, pero no tenía fósforos. La niña abrió su cartera, sacó un encendedor y diciéndome algo en sueco (¿o danés?) me lo prendió, sonriente.

Tak,tak”, le dije, usando una de las pocas palabras que logré aprender. “Gracias”. Cuando la volví a mirar, estaba escondida nuevamente detrás del diario.

En Escandinavia las mujeres actúan con naturalidad. En todo. Resulta francamente gracioso observar a los latinos – españoles, italianos, sudamericanos-, cuando hacen coquetos guiños de ojo a las nórdicas. Ellas los miran como diciendo: “Pobrecitos, qué tic nervioso más raro”. No entienden nada.

ESQUEMA TRIZADO

A bordo del coche-dormitorio puedo comprobar que el sigilo, la compostura, están presentes las 24 horas del día entre los suecos. Leen sin descanso, escuchan música con una actitud de respeto casi religioso. Hablan siempre en voz baja. No hay estridencias. Por eso una noche se produce un verdadero escándalo con un grupo de españoles. Regresan a su  patria luego de larga permanencia en el extranjero y, eufóricos, con algunos tragos, recorren el tren cantando…¡¡somos los buenos muchachos, somos los buenos muchachos, y nadie lo puede negar!!

Un sueco maduro, en lucha con el insomnio y “los buenos muchachos”, asoma su nariz al pasillo bullicioso. No dice nada. Pero pone una cara de lord que hubiese encontrado una laucha en su vaso de scotch.

Todo el esquema de vida nórdico se hace trizas con los millones de extranjeros-“trabajadores-huéspedes” les llaman eufemísticamente-, que realizan las tareas más modestas. Sin ellos suecos y daneses no podrían vivir, pero ellos no los dejan vivir tranquilos. Abundan las anécdotas, que ponen en jaque el humor y la confiabilidad nórdicos. Dos jóvenes obreros mexicanos me cuentan cómo lo hacen para viajar gratuitamente en ferrocarril:

Nos instalamos cerca del W.C., observando a los que entran y salen. Cuando vemos que alguien demora más del tiempo que se necesita para lavarse las manos, golpeamos la puerta. De adentro responden’ : “Está ocupado”. Entonces decimos: “Su pasaje, por favor”. Se abre la puerta y una mano aparece con el pasaje. Lo recibimos. Después nos hacemos humo.

IDA SIN DESPEDIDA

Allí están retratados, de alguna manera, los dos mundos. El mundo nórdico, con su honradez, su civilización, su respeto por los demás, su libertad que es su condecoración, pero que también es su cruz. Y el mundo latino, con su honradez de manga ancha, con su civilización… todavía mezquina, con su algo de falta de respeto por los demás, pero más espontáneo, cariñoso, con su distinto concepto de la libertad del hombre, que a veces es su drama, pero que puede ser su escudo.

Al abandonar Escandinavia ya no estoy tan seguro de que Eva -la primera- hubiese sido rubia y nórdica, Pero si ella no lo fue, al menos tuvo que serlo la serpiente. Así y todo, uno puede irse, pero no despedirse de Escandinavia. Su soberbia belleza se mete en los ojos para siempre. Su gradó de desarrollo social se queda en la cabeza como un reto.(“Nosotros también podremos ser así algún día”). Su mal aprovechada libertad se queda en el corazón transformada en angustia.

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