Neruda
A lo humano y lo poético
En 1964, Pablo Neruda publicó su Memorial de Isla Negra para celebrar sus 60 años. En pocas semanas más lanzará otro libro con ocasión de sus 65 años, medio siglo después que escribiera su primer artículo. El título de la obra por salir aún no está resuelto. Tiene dos en barbecho que pueden ser escogidos este fin de semana, para sumarse a la larga lista de su notable producción. Pero no descarta la posibilidad de acuñar un tercero.
Por Luis Alberto GanderatsEn camino a Isla Negra, donde concedió a ‘‘Excelsior’’ de México una entrevista exclusiva, explicó el contenido de su última obra:
-Es un gran poema que encierra los acontecimientos del siglo XX y otros que no son del siglo XX. Nuestro siglo actúa en el poema como figura central, pero también hay flores, hay fauna, hay poesía subjetiva. Es un solo gran poema, pero no es sólo un largo poema. Tiene también temas diversos.
El libro será impreso por primera vez en Chile y con una tirada numerada para los miembros de la Sociedad de Amigos del Arte Contemporáneo. La editorial aún se desconoce.
Neruda ha hecho noticia en estos días no sólo por los festejos que se preparan para celebrar sus 65 años. Recientemente la Academia Chilena de la Lengua lo designó miembro honorario, reconociendo -tal vez en forma tardía- a un poeta que se discute por sus ideas y militancia política, pero que es el que ha dado más prestigio y renombre a las letras chilenas y americanas. Neruda nunca había manifestado públicamente su deseo de ser miembro de la Academia. Más de una vez la hizo blanco de sus frases irónicas. Ahora entre la Academia y el poeta se ha firmado la paz de una guerra no declarada:
–Me siento muy honrado -dice Neruda-. Nunca he sido académico. Comprendo que las academias también cambian. En ella se han realizado trabajos interesantes e importantes. Siguiendo su lema, trataré de darle ‘‘brillo y esplendor’’ al idioma.
En su conversación, Pablo Neruda rompió su norma tradicional de no hablar de sus proyectos. Ante la protesta amable de su ‘‘Matilde bienamada’’ -su esposa Matilde Urrutia-, ‘‘Pablo, tú nunca has hecho eso’’, el poeta adelantó:
-Cuando termine el libro que aparecerá para mi cumpleaños, iniciaré inmediatamente otro diferente, de carácter poético-histórico. Tratará de una insurrección de esclavos que hubo en el siglo XVIII en Chile. Leí algo muy interesante sobre el tema y, como todo lo que se trata de liberación, me interesó.
Neruda y el Nobel
Desde hace una década el nombre de Neruda ha hecho noticia como serio aspirante al Premio Nobel de Literatura. En estos días algunas importantes publicaciones de habla castellana han vuelto a hablar de la necesidad de hacerle justicia. El pensamiento de Neruda no se conoce. Cuando Jean-Paul Sartre renunció al Premio hace algunos años, dijo que no le correspondía aceptarlo mientras existieren poetas de la categoría de Neruda (y otros, como Aragón), a los cuales nunca se les había ofrecido el galardón. Alguna vez el poeta chileno tuvo oportunidad de agradecer los conceptos del gran literato francés, pero prefiere no juzgar el hecho:
-La de Sartre es una actitud individual, personal, de su derecho. Yo no se lo puedo discutir. Sería discutir una posición respetable.
-Pero si a usted se le ofreciera ese galardón, ¿lo aceptaría?
-No puedo ponerme en ese caso. Creo que en quien recaiga honra a la Literatura. No ando a la siga de ese Premio. Me desagradan hondamente las discusiones que se producen siempre alrededor de tales hechos. Lo han recibido grandes amigos míos, traductores de mis obras, como Salvatore Quasimodo y el islandés Halldor Kiljan Laxness. Me alegro por ello.
Clásico viviente
La vida y el pensamiento de Neruda -y con mayor razón su poesía- tienen pocos caminos no recorridos por el periodismo. En la tercera edición de sus Obras Completas, llegadas recientemente a Chile, se ofrece a los investigadores literarios una lista de títulos con publicaciones hechas en Chile sobre su obra y sus circunstancias. Suman más de mil. Es tal vez el único literato que en vida ha disfrutado de la calidad de clásico. Su libro ‘‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’’ -escrito a los 20 años- lleva largamente más de un millón de ediciones. Poemas del poeta chileno han sido traducidos a idiomas como esperanto, lituano, chino, japonés-, y sus ediciones extranjeras superan el centenar. Los más grandes elogios se han escrito sobre él y por personas cuyo juicio importa. Dijo Federico García Lorca:
-Al lado de la prodigiosa voz del siempre maestro Rubén Darío y de la extravangante, adorable, arrebatadoramente cursi y fosforescente voz de Herrera y Reissig, y del gemido del uruguayo y nunca francés Conde de Lautréamont…, la poesía de Neruda se levanta con un tono nunca igualado en América, de pasión, de ternura y sinceridad.
Caminando por la poética desde su niñez -atacado y criticado por su militancia activa y beligerante-, Neruda obtuvo el Premio Nacional de Literatura, el Premio Stalin, el doctorado honoris causa de la prestigiosa Universidad de Oxford (el primero de América en recibirlo). También ha gozado de holgura económica. ¡Otra rareza entre los poetas! Tal vez nunca la ha deseado. Vive lejos de la gran ciudad, huyendo de los teléfonos y de la urgencia antipoética. Dice no querer transformarse en un conformista y recuerda sus versos al Liceo de Temuco, escritos en su adolescencia:
Pero no importa, ¡vamos!, pues mañana o pasado seré burgués lo mismo que cualquier abogado, que cualquier doctorcito que usa lentes y lleva cerrados los ojos a la Luna nueva.
Enemigo de todo lo mecánico, compone en forma manuscrita y nunca ha aprendido a manejar su station wagon armado en Chile. ‘‘Una calamidad’’. Al volante va siempre su esposa.
Desde hace 30 años posee su célebre y singular casa de Isla Negra -frente al mar, llena de buques minúsculos dentro de botellas, de conchas, caracoles y mascarones-, donde ha echado el ancla definitivamente. No quiere irse de Chile.
-Yo respeto a Fuentes, a Cortázar, a tantos otros latinoamericanos que escriben fuera de su país. No es fácil vivir en naciones como las nuestras. Mucha gente en Chile parece decir: ‘‘Yo lo respeto a usted si está muerto o ausente. Por favor, ¿muérase!’’. Aún tenemos resabios de provincianismo ingrato, de camarillas y grupos. Pero hay que vivir en su patria para estar comprometido con ella, para trabajar responsablemente todos los días por su futuro y su presente. Yo no podría vivir fuera.
Su esposa, Matilde Urrutia, dice que tampoco se siente grata en el extranjero. Es chileno ante todo. El poeta ha escrito que ella ‘‘tiene aroma de hojas quemadas, con fragancia de frutillas entre sus dos pechos, el crepúsculo de Cauquenes y el olor de peumo’’. Desea seguir viviendo cerca de Cauquenes y del peumo.
-Cuando llevamos tres meses en el extranjero, estamos locos por volver. Aquí y no en otra parte está nuestro lugar.
Espectador y bailarín
La vida del matrimonio Neruda no es diferente a la de tantos. Durante sus breves viajes a Santiago visitan amigos, compran en librerías de viejo, en pajarerías, en casas de repuestos de automóviles. Neruda se queja:
-Estoy condenado. Siempre voy a la misma librería de viejo; al lado existe una pajarería. Si no gasto mi dinero en libros me tiento con las aves. Después se me vuelan, pobrecitas. Yo quiero estudiarlas; pero a ellas no les importa la literatura sino el canto, la libertad. Cuando huyen, me entristezco un rato después me alegro. Deben vivir libres.
Van al cine con frecuencia. El poeta prefiere al director Vittorio de Sica (‘‘no a De Sica actor’’) y a Fellini. Bergman le parece interesante, pero le cuesta aceptar su inclinación a la crueldad. Blow Up, Las noches de Cabiria y Milagro en Milán son algunas de las últimas películas vistas con agrado. No conoce el cine soviético de la última hornada, pero admira algunos directores de su generación. Rara vez asiste al teatro, pero recientemente vio El cepillo de dientes, de Jorge Díaz. La obra y la actriz Carla Cristi lo conquistaron. ‘‘Es una magnífica actriz’’.
Neruda rara vez concurre a fiestas. Los períodos más largos fuera de Isla Negra los pasa trabajando en campañas políticas a lo largo de Chile. Entonces suele verse obligado a bailar. Alguien dijo que ‘‘su falta de gracia para bailar es la gracia misma’’. Su cuerpo no lo acompaña. Tiene la pesadez del tapir, animal parecido al jabalí. En su conversación con este diario dijo:
-Por su trompa es una mezcla entre Miguel Angel Asturias y yo.
Poesía de la relatividad
En su autodescripción física está el elemento que caracteriza en parte su producción poética, en que mezcla elementos de índole a menudo insólita. Es su estilo desde siempre. Cuando adolescente escribía algo de teoría política en publicaciones universitarias con el nombre anarquista de Sachka. Entonces dijo:
-Buscamos una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos… No olvidemos nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la luna, el cisne en el anochecer, ‘‘corazón mío’’, son sin duda lo poético elemental e imprescindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.
Volvió a encontrar este camino, a veces perdido en el amor o en la política, al escribir sus ‘‘Odas Elementales’’. Cantó a la alcachofa -con la cual se deshojaron muchas polémicas y estudios-, a los más raros objetos y cosas. Cantó a los calcetines. En éstos había vivencias de su infancia lluviosa de Temuco: ‘‘Siempre recordaré los calcetines mojados junto al brasero y muchos zapatos echando vapor, como pequeñas locomotoras’’. Locomotoras que alguna vez llevaron por los campos a su padre, un conductor de trenes.
El diálogo con Neruda no resulta difícil. Es espontáneo como un niño. No calcula demasiado. No calla jamás, aunque explote la santabárbara de una polémica, Mario Osses dijo que el poeta le sale a la cultura como un volcán a la tierra. Neruda es un volcán; pero un volcán diferente, en permanente erupción. Es el Vesubio de la poesía. Un poema suyo -de título juguetón, pero que algo revela- se titula ‘‘Por boca cerrada entran moscas’’. En su conversación con este diario volvió a salir la lava de su escepticismo, del carácter relativo de las cosas:
Todo está bien, todo está mal
Sin duda todo está bien
y todo está muy mal, sin duda…
Se declara ‘‘hombre claro y confundido, un hombre lluvioso y alegre, enérgico y otoñabundo’’. En el otoño de su vida cree no haber cambiado, pero en cuerpo sí ha cambiado. ‘‘Me da risa pensar ahora que fui alguna vez poeta-joven. Cuando veo a los de mi generación, recuerdo lo que me dijo una vez Picasso: ‘‘Todos creemos que sólo a los demás se les cae el pelo’’.
Errores y arrepentimientos
Siguiendo su teoría seria y sonriente de que ‘‘por boca cerrada entra moscas’’, sostuvo con este diario un largo diálogo:
-¿No cree que a su prestigio como poeta le ‘‘duele’’ cierta parte de su producción? ¿No habrá sacrificado la calidad por la cantidad?
-Mi función es escribir poesía. Buena o mala. Alguna vez dije que soy poeta profesional. Es todo lo que sé; es mi vida. Escribo porque no puedo evitarlo. Si algo está de más o de menos es labor de los críticos decirlo. Que ellos me desmenucen y juzguen. Yo no tengo capacidad de análisis ni de autocrítica. No soy un intelectual; soy un poeta; y un poeta natural, no analítico.
– ¿De qué errores cometidos está arrepentido?
– De pocos. He escrito algunas tonterías. Cuando me critican les encuentro razón, pero me río.
– ¿Los poemas a un presidente que usted elogió y después puso al Partido Comunista fuera de la ley?
-También. El hombre no es infalible.
– ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción o felicidad de su vida?
– Mi campaña y mi elección de senador por el Norte de mi país.
– ¿Ni lo literario ni lo sentimental?
– No. Aquélla fue una experiencia única en toda mi existencia. No sirvo para senador, pero soy hombre del Sur y cuando descubrí la pampa seca y muerta, con sus hombres y sus sufrimientos, recibí una impresión que nunca olvidaré. No sé si en el mundo existían hombres más desamparados. Enterraban a sus muertos cantando, caminando por sobre la tierra también muerta. Nada se podrá igualar a la felicidad (y al dolor) de ese descubrimiento.
– ¿Y en lo estrictamente literario?
– Sin duda la satisfacción de las primeras ediciones mis Veinte poemas…. Cuando tuve mi primer libro en las manos. Después se gasta ese sentimiento emotivo. Ya no se puede volver a sentir lo mismo ni con igual intensidad.
– ¿Qué países han sido más importantes en su vida humana y poética?
– Uno de los más fundamentales ha sido México. Allí fui cónsul y viví mi destierro. No se puede tener una idea cabal de América si se desconoce México. Allí están los rasgos más extraordinarios del continente, la más profunda esencia de América. Admiro su enorme capacidad creadora que viene cabalgando desde la antigüedad, y que persiste hasta hoy. Hay que conocer su música, su pintura, su literatura. Definiría a México como una verdadera explosión.
– ¿Por esta razón Ud. nombra más de treinta veces a México en sus obras?
– Sí. Allí están mis amigos Carlos Fuentes, Juan Rulfo, José Revueltas. Allí se editó por primera vez mi ‘‘Canto General’’, con ilustraciones de los grandes muralistas Rivera, Orozco, Alfaro, Siqueiros. Allí fui condecorado con la Orden del Aguila Azteca.
– En su lugar de nacimiento, Parral, o en su ciudad de la infancia, Temuco, ¿existe alguna calle con su nombre?
– No, que yo sepa. En alguna parte de San Antonio existe la calle Pablo Neruda, pero no tengo idea dónde queda. Sé de su existencia porque a menudo me llegan cartas dirigidas a los vecinos que viven en ella
– ¿Cómo definiría su filosofía de vida?
– No se puede ser feliz si no se lucha por la felicidad de los demás. Nunca se puede abandonar el remordimiento de tener algo si los demás no lo tienen. El hombre no puede ser una isla feliz. Esta no es toda mi filosofía, naturalmente, pero es lo más importante de ella.
– En su poesía está el Neruda hijo. ‘‘He sentido siempre gran admiración por mi padre’’. ‘‘Mi madre (su madrastra, a la que no quería darle ese nombre), fue el ángel tutelar de mi infancia’’. También está el Neruda amante. Su poesía amorosa es tal vez lo más importante de su obra. Pero no he podido descubrir enteramente a Neruda padre. Su única hija, Malva Marina, de su ex esposa Antonieta Haagenar Vogelzans, que murió de ocho años en 1942, y que fue siempre enferma, apenas sale una vez mencionada, en un poema a García Lorca. ¿De qué manera ha influido su falta de paternidad en su vida y en su poesía?
– Alguien ha estudiado este aspecto. Mi hija está por ahí en mis obras. Pero yo no puedo opinar. Soy de temperamento poco crítico. Otros pueden encargarse de analizar esa parte de mi personalidad.
– ¿No está arrepentido de algunas de sus obras política-poéticas? Son las más criticadas no sólo por los que no comparten sus ideas, aun por quienes intentan hacer un análisis valorativo de toda su producción. Creen que es lo de menos y hasta de ningún valor poético.
– Yo no puedo dejar de escribir sobre los problemas que me preocupan. Es imposible separar al poeta, al hombre y al político. No estoy ni mucho menos arrepentido de esos poemas. ¿Cómo pude no escribir sobre España republicana y franquista? ¿Como pude no escribir sobre Cuba castrista? ¿Sobre Rusia soviética? Era la necesidad del momento y lo que yo podía y debía hacer. Por lo demás, las opiniones están divididas. Recientemente me llegó una revista extranjera, en la cual un crítico sostiene que el mejor poema político lo he escrito yo. El valor de la ideología en mi producción lo ha reconocido Arthur Ludkvist, miembro de la Real Academia Sueca. Escribió: Es evidente que el comunismo ha sido de importancia fundamental para Neruda, como hombre y como poeta. Le ha dado una forma de valoración, un sistema de referencia, una base desde la cual puede levantar el mundo. Ha accionado como un catalizador en todas sus cualidades, las ha coordinado, les ha dado una nueva orientación… Neruda ha alcanzado la fe que puede mover las montañas, una fe tal vez utópica, pero razonable en el desarrollo de la humanidad y la sociedad… Es una fe que ha ayudado a Neruda a liberar su fuerza inherente y a usarla con eficacia.
– Se ha dicho que usted se ‘‘reconcilió con los Estados Unidos’’.
– Yo nunca me he reconciliado con ese país porque jamás he disputado con él. Sería falta de cultura meter en un saco a Johnson, al Pentágono, a la CIA y al gran poeta Walt Whitman, a los intelectuales inquietos, al hombre norteamericano común. Lo que pasa, en realidad, que las agencias de noticias y los diarios tienen el derecho a titular las informaciones y como la gente no lee más que los títulos se dejan sorprender por algunos que entregan una parte de mis palabras y distorsionan mi pensamiento.
– ¿Cuál considera su obra más importante?
– La que más aprecio es mi producción de la primera época. ‘‘Tentativa del hombre infinito’’, por ejemplo, que muchos no estiman. Fue una ambición de estilo y uno de mis cambios más importantes en la temática. Me gustan también ‘‘Residencia en la Tierra’’ y sobre todo mi ‘‘Odas Elementales’’. Es mi libro regalón. Me divertí mucho escribiéndolo. Me formé el propósito otra vez renovado de escribirlo todo de nuevo, de forma infantil o juvenil. Traté de descubrir el mundo otra vez.
– ¿Cree que de la nueva generación de poetas saldrán nuevos Huidobros, Gabrielas, Cruchagas o Nerudas?
– Sí; hay grandes nuevos poetas. Trabajan con buen gusto, talento, inteligencia. Y por supuesto, son más numerosos que en mi generación. Cuando llegué a Santiago la población era de un millón; hoy, más de tres. No sé, sin embargo, si existe entre esos poetas jóvenes la conexión, el intercambio y la identificación de la época en que yo me inicié.
– Usted se ha negado a señalar quién es a su juicio el primer poeta de América, diciendo que no es una competencia de boxeo o de ciclismo. ¿Sigue pensando lo mismo?
– Sí; pero, sin embargo, podría decir que entre los poetas chilenos más o menos contemporáneos míos hay tres que ya debieron recibir el Premio Nacional de Literatura: Humberto Díaz Casanueva, Nicanor Parra y Gonzalo Rojas. Entre los jóvenes existen poetas de considerable talento, como Lihn y Teillier.
– ¿Cómo se definiría en tres palabras?
– Aspirante a poeta.
– ¿Sólo aspirante?
– Sí; nadie ‘‘llega’’ en esta profesión. Siempre se avanza y se crece. La satisfacción y el conformismo son antipoéticos.
– Usted llegó hasta el cuarto año de Pedagogía en Francés. Si no hubiese escogido la poesía como forma de vida, ¿le habría gustado ser profesor?
– Sería constructor. Haría casas.
– ¿Cuál es su mayor defecto?
– La pereza.
– ¿No cree que es un poco benevolente con Ud.? ¿Tal vez tenga otros más importantes para un poeta?
– Por lo menos, no siento envidias. Mi mayor defecto es la pereza. Yo nunca he trabajado. Por esto he tenido una cierta admiración por mi padre, que era un gran trabajador… Pasó su vida trabajando, y yo a mi edad no sé hacer nada. Apenas un poco de poesía. Mi padre fue mal agricultor, mediocre obrero del dique de Talcahuano, pero buen ferroviario.
– En los demás, ¿cuál defecto no perdona o no acepta?
– El apoliticismo. Revela un conformismo, una negación de progresar, de cambiar.
– Pero el cinismo, la hipocresía, la mentira, ¿no son más importantes?
– Me creo bastante entendedor de la condición humana. No soy implacable. Tengo serias dudas sobre las motivaciones que conducen al mal. Hay fuerzas que el hombre a veces no puede controlar.
– Usted se ha casado tres veces. El hombre común que está en su situación, puede fácilmente esconder lo que sintió por sus primeros amores, puede esconder o romper las cartas de amor. Pero en su caso, las declaraciones de amor son inescondibles. Su actual esposa necesariamente ha leído sobre el amor que usted sintió por las anteriores esposas. ¿Esto no provoca un conflicto?
– No; todas mis esposas se llevan bien dentro de un libro. En una casa tal vez sería distinto. Dudo que se pueda prestar para conflicto la existencia de antiguos amores. El amor último es el más verdadero, es el superior. El hombre da en cada época lo mejor de su vida.