Neonazis judíos en Israel
En las celebraciones de un día patrio, nunca hemos visto más juegos y diversiones de niños con viejos que en Tel-Aviv y Jerusalén semanas antes de la llamada Guerra de los Seis Días. Era el día de Israel. Esa imagen jubilosa nos acompañó durante el desarrollo de dicha guerra, que terminamos reporteando en Egipto, esperanzados, íntimamente, que los niños judíos no sufrieran daño. Ahora culmina la celebración de los 60 años del nacimiento de Israel. En vez de sonrisas y de esa alegría nueva, vemos una sociedad tensa, crispada, que se defiende construyendo muros, haciéndoles a los palestinos lo que otros hicieron ayer al pueblo de Abraham y Jesús, de Einstein y Freud y Marx y Kafka.
En un vehículo militar israelí nos llevaron a Gaza días después de la guerra. Vimos profundo dolor palestino. A nosotros nos duele también. Hace pocos días, ese extraño mal que se ha apoderado de la vida del país tuvo una expresión que nunca pudimos imaginar, especialmente después que visitáramos Auschwitz. Ocho jóvenes judíos acaban de ser condenados por un tribunal israelí acusados de formar un grupo neonazi criminal (foto principal), que se preparaba para celebrar el cumpleaños de Hitler en el Museo del Holocausto, en Jerusalén… Paradójicamente, por esos mismos días, se presentaba la edición inglesa del libro El Holocausto se acabó. Su autor, Avraham Burg (en la foto), ex presidente del Parlamento israelí y de la Agencia Judía, nacido en Jerusalén con el nombre de Avrum Burg, es notorio por sus ideas pacifistas y liberales, aunque después de su libro se haya dicho que figura entre los “renegados que diseminan el odio a sus propios hermanos”.
Muchos antes de que el grupo neonazi hebreo fuese descubierto, le preguntaron si temía que hubiera una “incursión fascista en Israel”. Yo pienso que ya está aquí”, respondióAvrahamBurg. Criticó los lemas racistas escritos en paredes de Jerusalén. Le preocupaban las amenazas a los palestinos de Gaza: “Destruiremos su barrio, destruiremos su ciudad, los exterminaremos, los mataremos y los expulsaremos.”
Le preocupa que el gobierno hablara de trasladar poblaciones árabes. “¡Cruzamos tantas líneas rojas en los últimos años! Entonces te preguntas a ti mismo cuáles serán las próximas líneas rojas que deberemos cruzar.”
Burg rechaza hoy un Estado religioso y excluyente. Quiere más ideales y ética judía que esfuerzos militares para ampliar y fortalecer el Estado. No más bombardeos a Gaza. Quiere un Israel sin armas nucleares, sin “pérdida del sentido del mal.” Sostiene que ambas sociedades, palestina y judía “se hallan secuestradas”. Una, por los extremistas islámicos; la otra, por los colonos hebreos. “Hace poco”, dice, “visité un colegio en Israel; muchos alumnos decían cosas espantosas sobre las poblaciones palestinas: ´Cuando seamos soldados, mataremos a viejos, mujeres y niños. Los expulsaremos. Los meteremos en aviones y los mandaremos a Irak. Expulsaremos a cientos de miles, a millones´. Y la mayoría aplaudía. En vano yo les insistía que esa era la forma en que se hablaba de nosotros los judíos en Europa hace sesenta años…”.