José Donoso
Un sexo-genario de buenas costumbres
Es uno de los pocos chilenos vivos que se halla en la cumbre de la novela castellana actual. Volviendo siempre en sus relatos al “mundo cavernoso y ronco de la decrepitud”, al mundo de “cosas quebradizas y polvorientas”, ha logrado construir un zócalo fuerte sobre el cual el nombre de José Donoso se levantará para siempre en la literatura (si hemos de creer en que existe un siempre más allá de lo sobrenatural).
A sus 60 años no ha hecho más que confirmar lo dicho por Raúl Silva Castro cuando sólo tenía 33 e irrumpió con su novela Coronación:
“Un novelista hecho y derecho, un avezado psicólogo, que mueve una intriga rica en detalles y que sabe, además, con mano diestrísima la complicada armazón de la novela para darle un fin propiamente novelesco”.
Por su clara tendencia a relevar la sexualidad en el individuo, lo hemos llamado aquí sexo-genario de buenas costumbres, en lugar de sexagenario de malas costumbres, que era otra opción.
Formó parte del boom latinoamericano de los años 1960 y 1970, y fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1990.
Perteneciente a la misma rama familiar del político y periodista Eliodoro Yáñez (tío de su madre), se ha ocupado principalmente de retratar los dramáticos estertores de la clase más alta de Chile, donde no ha dejado afuera a su propia familia.
¿Qué actitud juvenil le impacienta?
-Su desinterés por el pasado, lo que los hace creer a cada rato que están descubriendo la pólvora.
¿Qué rasgo de carácter le ha hecho mayor daño?
-Mi inseguridad
¿Qué lugar de Chile seleccionaría para un atlas turístico universal?
-Algún cerro de Valparaíso.
¿Cuál es el peor defecto que aceptaría reconocer aquí?
-Mi susceptibilidad a la alabanza.
Fuera de Chile, ¿dónde preferiría vivir?
-Ahora que estoy en Chile, en Buenos Aires: es un rasgo característico mío que en cuanto me instalo en un sitio quiero irme a vivir a otro.
¿Con qué comida o bebida se le hace agua la boca?
-Con las que están rociadas de buena conversación.
Fuera de la literatura ¿cómo se ganaría la vida?
-No sé: probablemente me moriría de hambre.
¿Le habría acomodado otra época para vivir? ¿Cuál?
-Entre 1880 y 1914, como miembro de la burguesía culta de París, Londres o Viena.
¿Cómo se le ha presentado el hastío?
-Como la obsesión por “entretenerse”, por llenar la vida con “programas” y cosas “simpáticas” y “divertidas”.
¿De qué rasgo juvenil le gustaría disfrutar hoy?
-De la alegría
¿Con quién de sus contemporáneos le gustaría conversar?
-Tal vez con un astrónomo que me explique la estructura del Cosmos en forma que yo la pueda entender.
¿Cuál es para usted la perfecta felicidad terrenal?
-Tener tiempo, tiempo, mucho tiempo.
¿Qué virtud suya intentaría que se le reconociera como acto de justicia?
-La continuidad y coherencia de mi trabajo.
De sus contemporáneos ¿a quién admira?
-A Borges.
¿Cómo definiría su relación con lo Absoluto?
-Es una pregunta que no me hacía desde que me preparaba para la Primera Comunión, así que me tiene que dar un poco más de tiempo para preparar la respuesta.
¿Qué hace para enfrentar los momentos depresivos?
-Voy donde el psiquiatra para que me recete ansiolíticos.
¿Con qué cosa cotidiana simboliza la tontera?
-Con los que creen que todos los que no son idénticos a ellos son “raros”, “tontos”, “rotos”, “siúticos”, o “locos”.
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