Augusto Góngora |  “Un duro que se lo llora todo”

Augusto Góngora
“Un duro que se lo llora todo”

Publicado el 14 octubre 1991

Hijo de un funcionario bancario muerto hace casi nueve años y sobrino de Mario Góngora del Campo, considerado por muchos el mayor historiador chileno del último medio siglo, el periodista Augusto Góngora Labbé tomó primero el camino de la imagen. Terminó escribiendo libros, como su tío. Por largos años se internó en el peligroso territorio de la solidaridad, haciendo cine semi-clandestino y una serie de tareas vinculadas al periodismo opositor. Después del cambio de régimen su rostro se ha visto en TVN en los programas Cine-Video y El Mirador, este último conducido por Patricio Bañados. Para el público femenino, Góngora, con su cara de galán, ha resultado una distracción. Y él lo sabe.

Separado, vive desde hace poco tiempo con sus dos hijos (14 y 12 años). La ruptura le ha permitido tener más claro que en el matrimonio existen dos mundos que se ponen en diálogo y no dos que se hacen uno. “A los hombres nos cuesta mucho aceptar que no somos los padres o propietarios de la mujer”.

Sobre éste y otros temas eternos fue el diálogo que sostuvo con HOY, por momentos un poco desgarrado.

¿En qué son enteramente distinto hombre y mujer?

En que la mujer está explorando y el hombre, estático y asustado.

¿Cuándo ha sentido miedo?

Cuando trabajaba en la Vicaría y unos señores sapos me fotografiaban. Cuando en Chile degollaban.

Si se olvida de los duelos, ¿recuerda por qué ha llorado en la edad adulta?

Por la vida misma, a cada rato. Y, además, el 5 de octubre de 1988 en la noche salí a caminar solo y me lo lloré todo. Lloré especialmente pensando en los que ya no podían ni siquiera llorar porque estaban muertos. Esa vez lloré por los de un solo lado. Ahora puedo llorar por todos. Por Jaime Guzmán, por ejemplo.

Noticia que disfrutaría leyendo mañana.

Ricardo Lagos fue electo Presidente y el país está tranquilo, funciona normalmente, nadie está asustado; mañana se trabaja.

¿De qué modo practica la democracia en su casa?

Ahora vivo con mis dos hijos, asumiendo que soy el papá, pero no olvidando que ellos son tan respetables como yo. Cuando vivía solo era una dictadura atroz.

¿Qué haría en un año sabático?

Casa de madera frente al mar; hijos, música, libros, computador; y, por supuesto, ella… Por favor póngalo así, porque esta es una invitación.

¿Y qué actitud del hombre?

No asumir que las mujeres son más complejas, más valientes, más interesantes que los hombres, y que no hay por qué tenerles miedo. Suena un poco para la galería, pero es así.

Diga tres características que le parecen propias de una mujer de mal gusto en el vestir.

No usar zapatillas. No usar jeans. No usar una polerita blanca, sin sostén.

Para Chile, ¿qué rescataría de los socialismos reales?

El coraje de Gorbachov y el de una señora con taco alto y cartera, encaramada en un tanque increpando al militar que lo manejaba.

¿Qué válvulas de seguridad se permite para dejar que escape el exceso de vapor y no reventar?

Llorar, llorármelo todo; dejando salir los llantos históricos, los de anoche, los de hoy, los sin razón precisa.

¿Con quién de sus contemporáneos le gustaría conversar y para qué?

Conmigo. Especialmente cuando ando bloqueado, para saber qué es lo que realmente me tiene angustiado.

¿A qué le tiene miedo?

A no ser querido.

¿En qué grado le atrae el poder?

Hasta el grado en que no me corrompa.

¿Dónde estaba entre el 11 y el 13 de septiembre de 1973? ¿Qué hizo?

En mi casa, a los 21 años, llorando, acogido por mi padre, que era momio.

¿Errores cometidos por los chilenos como pueblo?

Declararse la guerra.

¿Qué afinidad tiene con lo esotérico oriental en boga?

Me gusta. Supone otra estructura para percibir, para pensar y para actuar.

¿En qué recibió elogios como estudiante?

¡Golazo, Góngora!

Describa lo que es para usted la mejor fiesta.

“Carusso”, de Lucio Dalla; noche húmeda, olorosa y primaveral en mi casa; la ventana abierta; penumbra; ella.

¿Su posición sobre el sexo?

Somos todos aprendices, tenemos que explorar juntos.

Rasgo juvenil que le gustaría conservar siempre.

La capacidad de rebelarse, de soñar y de intentar vivir los sueños.

¿Qué hace cuando le incomoda la soledad?

No me incomoda, me gusta.

Usted habla bastante del llanto. Diga por qué ha llorado alguna vez frente a su pareja.

Porque a veces me permito sentirme solo, débil, vulnerable, necesitado de ayuda, con ganas de no jugar al superhombre sino de ser acogido.

¿Ha buscado al sicólogo?

Voy hace harto tiempo, para tratar de no mantener mis emociones en la clandestinidad.

Si se siente bajoneado, ¿qué hace?

Evito aislarme, trato de mantenerme en contacto con el mundo.

¿Su mayor fortaleza?

La fuerza para partir de cero todas las veces que sea necesario.

¿Qué siente cuando se encuentra frente a la certeza de ser una persona reconocida en su medio?

Un poco de placer, porque es rico. Y otro poco de miedo, por si eso se convirtiera en un objetivo.

¿Respecto a qué materias le diría a Aylwin, “tenga cuidado, Presidente”?

Siga tranquilein nomás.

¿Lo que menos le gusta de usted?

Ese implacable juez que llevo adentro.

¿Y lo que más?

Cuando logro mandar a la cresta a ese mismo juez.

Y hasta hoy, de todas las cosas que ha hecho o conseguido, ¿qué le ha producido mayor satisfacción?

Trabajar seis años en la Vicaría de la Solidaridad, en los años duros. Dirigir seis años el Teleanálisis, en los años duros. Trabajar seis años en el libro Chile: La memoria prohibida, en los años duros.

¿Qué ha ganado el mundo teniéndole a usted? Perdone la brutalidad de mi pregunta.

Que yo paro en las luces rojas.

Sin escabullirse, diga de qué modo le influye el paso de los años.

En enero cumplo 40 y estoy bastante asustado.

¿Actitud femenina que le saca de quicio?

“¿De verdad que vives solo con tus hijos? Pobrecitos.

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