Se anuncia la celebración del Día del Orgullo Freak. Tiene que ver con los seguidores obsesivos de La guerra de las galaxias, quienes alegan que todos tenemos dentro de nosotros algo freak. Y tienen razón. No freak como se decía hace muchos años para referirse a personas con graves deformaciones. De ese concepto de freak cambiamos a lo extraño; también al capricho y a lo extravagante o excéntrico.

Ahora todo puede pasar por la categoría freak, pues el vocablo inglés sirve para mil cosas, escrito friki, freaki, frik o friqui. Da lo mismo. Freak es el que imita y sigue cada ademán de los personajes de La guerra de las galaxias o de los manga japoneses. Las “tribus urbanas” son casi siempre la suma de miles de esos imitadores o admiradores sin límite. Se 25 mayo 2007

Otros se hacen millonarios con el turismo freak. Por miles de dólares venden equipos completos para los cada día más numerosos amantes del kite surf, el surf con vela, para los que buscan adrenalina o ganar en destreza. Llenan Hawaii, la dominicana  Cabarete, la brasileña Cumbuco, Los Roques venezolanos, o el ancho Paraná de Rosario. Otros prefieren torear tiburones blancos, que de una dentellada parten en dos a los surfistas. Se sumergen sabiendo que ellos matan sólo uno por vez. “Le tocará a otro“, piensan, y juegan esta ruleta rusa submarina.

En Nueva York la frikada es explorar las tripas, los ductos de desagüe, la llamada urban exploration, casi siempre con tours guiados. Ya se hace en Buenos Aires, aunque de manera amateur. El resultado puede ser el mismo: la muerte. Lo que ocurre con quienes se lanzan en paracaídas de los edificios altos, y terminan ahí sus vidas o detenidos. En el mejor de los casos, huyendo de la policía. Se trata del E. B.A.S.E. jumping, pariente cercano del bungee o puenting, donde la sensación de volar es tal vez la más real, y también la más cercana a Ícaro. Otra gran frikada es el Dakar, que pasará por Chile el año próximo.

Muchos son freak y no lo saben. Lo freak, verdaderamente, hace atmósfera en el planeta. Ellos, en días de frío, usan chimeneas a leña, llenan las calles con mastodontes 4×4 aunque para moverse en la ciudad les basta un motor 1.3 y le sobra la doble tracción. Se compran uno para ellos, otro para su mujer, y algunos 2.0 para los críos, y así vamos gestando una atmósfera de cámara de gas modelo Auschwitz (foto, lo freak en cuatro ruedas). Nunca caminan, dicen, pero no saben que van trotando hacia un planeta agotado, infectado, invisible. Todos -o casi todos- compramos lo superfluo, lo que no nos hace falta; botamos lo que aún nos sirve; muchos producimos o comercializamos desechables muertos de la risa. Mientras tanto, la frikada sigue; los témpanos se derriten, los mares se enferman, los ríos se angostan o, se agotan los bosques nativos.

Somos modernos. Somos freak.