La entrevistadora política más talentosa y destacada que ha tenido nuestro periodismo de las últimas décadas, jamás ha dejado de tener mucho miedo y tensión en la víspera de sus encuentros con los entrevistados. Sin embargo, ha optado siempre por una actitud enérgica frente a los personajes más complejos,  incluyendo a Pinochet. “No soy niñera de los entrevistados. Que se cuiden solos”, ha dicho.

Cuando uno se le acerca, siente la tentación de escucharla.

Modelo humano que le atrajo en la juventud.

Los mártires y los misioneros. También los guerrilleros.

¿Qué destape creería conveniente para Chile ahora que terminó el régimen militar?

Que de una vez por todas sepamos las verdades ocultas y lo asumamos con madurez.

¿Qué sociedad actual la satisface más por la manera como ha resuelto sus problemas sociales, políticos y económicos?

Ninguna los ha resuelto. Para resolverlos prefiero la receta democrática, la economía ¡social! de mercado, el consenso y el respeto por las mayorías y las minorías.

¿Reforma a la que usted más aspira?

Que la justicia pueda hacer justicia.

¿Qué junta en su vanidoteca?

Fotos, artículos, cartas, tarjetas. Los guardo para el invierno.

¿Qué hace para enfrentar sus momentos de depresión?

Si es un momento, aguanto. Si se prolonga, voy a la farmacia.

¿Cómo reacciona cuando le incomoda la soledad?

Prendo la radio, enciendo la televisión, tomo un libro y pesco el teléfono. Todo a la vez.

De todas las cosas que ha hecho o conseguido (descontando su encantadora familia, por favor), ¿qué le ha producido mayor satisfacción?

Que después de 32 años de profesión nadie me ofrezca un puesto público.

¿Cree que el mundo será mejor dentro de un siglo?

Tiene que ser mejor porque peor ya casi no puede ser.

¿Con quién de sus contemporáneos le gustaría conversar?

Con Sadam Hussein, para saber lo que hay en su cabeza y en su corazón.

¿Ha llorado frente a su pareja en momentos de conflicto?

Por supuesto. Desconsoladamente, y he encontrado consuelo.

¿Con qué personaje del cine le gustaría pasar unos quince días en Bora-Bora?

Hace años soñaba con Gregory Peck, pero ya es tarde para él.

¿Su rasgo de personalidad más dominante?

Lo dominante.

¿En qué se parece usted a su madre? ¿Y a su padre?

Me habría gustado tener la paz y la alegría de vivir de mi madre. Su sabiduría. De mi padre me hubiera gustado heredar su claridad de pensamiento, la seguridad de sus creencias, su absoluta consecuencia. Creo que algo de todo eso me ha sido dado o prestado.

Si tuviese que compartir el trabajo doméstico con su pareja, ¿qué tareas le gustaría asumir a usted idealmente?

Sentarme a la mesa y decir ¡qué rico!

Idealmente, ¿en qué cargo se sentiría empleando a fondo sus capacidades, satisfaciendo sus ideales y colmado su entusiasmo?

De portera del cielo y del infierno.

¿Qué siente cuando se enfrenta a la certeza de ser una persona famosa en su medio?

A veces me halaga. Otras, me molesta. No es fácil tener privacidad en público. Pero, francamente, prefiero que me reconozcan a pasar inadvertida. Es un problema inherente a mi oficio.

¿Actitud juvenil que le impacienta?

Que se crean los dueños del mundo. Ya se les pasará.

De lo dicho en su contra, ¿qué le ha hecho gracia?

En su momento, nada. Con los años, que me hayan acusado de estar vendida a la CIA.

En su momento, nada. Con los años, que me hayan acusado de estar vendida a la CIA.

Algunos piensan que ciertos grupos no estarían tan renovados y otros tan amplios de criterio si no viesen bayonetas caladas. ¿Qué piensa?

Pienso que ojalá las bayonetas se queden en su sitio aquí y en la quebrada del ají.

Obligada a escoger, ¿preferiría la falta de libertad o el exilio?

¿Qué le he hecho para desearme tanto mal?… Preferiría la falta de libertad. El desarraigo me parece más insoportable que los barrotes de una cárcel.

¿Hay algún comportamiento de los políticos que le resulta incomprensible?

Varios. Especialmente cuando dicen que otros deberían hacer lo que ellos no hicieron.

¿De qué se disfraza cuando se viste?

Me disfrazo de lo que soy: una señora periodista.

¿En qué recibió elogios durante su período de estudiante?

Desde que me lo propuse, fui la primera del curso. Me elogiaron el estilo, como se llamaba un cierto talento para escribir; pero nunca me celebraron en clases de gimnasia.

¿Qué le enfurece?

Que me mientan, que me roben, que me pasen a llevar en la cola, que me insulten cuando voy manejando, que me pongan etiquetas políticas, que me despierten en la noche, que un personaje me diga que no a mí para una entrevista y que le diga que si a otro (a).

¿A usted le gusta más Aylwin cuando se ríe o cuando se enoja?

Me despierta más curiosidad cuando se enoja. Es una de las personas que mejor se enoja de todas las conocidas.

Si mañana se le presenta un ser extraordinario y le dice: “Yo soy el hijo de Dios”, ¿qué haría usted para comprobar su carácter? ¿O no haría más que postrarse ante él? ¿Llamaría a la comisaría o a Canal 13?

Me quedaría muda. Si fuera el hijo de Dios me pondría a llorar; después le haría algunas preguntas que hace tiempo le estoy formulando y le pediría que no se fuera. No se me pasaría por la mente llamar a ningún medio de comunicación.

¿Lo que menos le gusta de usted?

Mi intransigencia. Mi dificultad para soltarme.

¿Y lo que más?

Mi necesidad de buscar respuestas.

¿Siempre duerme tranquilamente?

Casi nunca.

Descartando lo obvio, ¿en qué le parecen enteramente distintos hombre y mujer?

Enteramente, en nada (fuera de lo obvio).

¿Qué tipo de emociones siente cuando en la TV escucha a los siguientes personajes?

Jaime Guzmán: Me asombra siempre su capacidad oratoria y su lógica. Ricardo Lagos: Admiro su manejo comunicacional y su carisma. Evelyn Matthei: La encuentro regia, pero esta semana ha salido ¡tres veces! Eduardo Frei R-T.: No puedo evitar acordarme de su padre. General Contreras: No lo he visto nunca. Me interesa. Patricio Aylwin: Me digo: ¡Cómo ha cambiado!

(Raquel Correa muere el año 2012)