Nueva York, la seductora
“Cien veces he pensado que Nueva York es una catástrofe, y cincuenta veces he pensado que es una hermosa catástrofe”, nos dijo Le Corbusier, con calculada ambigüedad. Ciudad mardita, hemos pensado nosotros, (no nos atrevemos a escribirlo con todas sus letras) al intentar saber con cuál de sus ofertas de 2014 sería mejor iniciar nuestro relato. Nos quedamos sin saber qué escoger ni qué decir. Ahora, los viajeros pueden hacer uso de la palabra.
Es una ciudad “fría, reluciente y maligna” nos dijo un hijo de Nueva York. Pero el incorregible Henry Miller se fue de este mundo sin advertirnos que además esta mardita nos puede dejar mudos, completamente mudis. O bien hablando solos y cosas incoherentes; repentinamente catatónicos.
Ambas cosas recuerdo haberlas sufrido la primera vez que me asomé por Manhattan. Y ahora, después de varias décadas, intento escribir sobre lo que podemos ver y hacer en esta ciudad en 2014, y me he sorprendido hablando solo, escribiendo y borrando casi al mismo tiempo. Mi teclado insiste en quedarse mudo.
Ninguno de los dos sabemos por donde empezar. Hemos hecho varios intentos. Ensayamos comenzar el relato por la inconsolable Zona Cero, aunque otra vez se encuentra poblada de rascacielos y celebra que ya está terminado el edificio principal, mas alto que las Torres Gemelas, el One World Trade Center. Sólo falta inaugurarlo.
Sin embargo, entrar al tema por la Zona Cero podría ser mal agüero, y desechamos la idea. El propio Ray Kelly, jefe del Departamento de Policía de Nueva York, anunció por estos días que el One World Trade Center será “el blanco terrorista numero uno de la nación”.
MARDITA NUEVA YORK
¡Vaya! Tal vez sería mejor empezar por el Nueva York inmortal. Escoger las alegrías de noche y trasnoche en Times Square, que ya no vive en duelo. Incluso está mas extenso su escenario de luces y de avisos, que han terminado por convertir su peor pecado urbano (su bosque kitch de letreros), en el sello inimitable entre las ciudades del planeta. Sus bares son entretenidos a morir, y no es necesario reservar con exagerada anticipación, como ocurre en Broadway para sus montajes musicales.
Pero este enfoque tampoco nos convenció del todo. Por estar viviendo un fenómeno nuevo, tal vez sería mejor poner los ojos en el distrito de Brooklyn. Hoy llama la atención porque uno de sus sectores se está disfrazando de Manhattan. De un Manhattan menos caro (sin ser barato), de clase media, y con un espíritu semejante.
Se trata del barrio de Williamsburg (principalmente en el eje de la extensa Bedford Ave y la calle Seis), al final del bellísimo puente de Brooldyn.
Es el territorio de los hipster, que se sienten distintos aunque sabemos que los distintos terminan todos iguales. Bohemios, existencialistas, inconformistas.
Han sido llamados de 100 maneras. Según el Manual Hipster, estos seres son más o menos jóvenes, fuman cigarrillos europeos, usan ropa vintage y calzado de plataforma y llevan una biografía del Che asomada a sus bolsos de diseño.
Por su culpa decidimos dar otra vuelta de tuerca, y pensamos que tal vez sería mejor ir en busca de los lugares dónde se han refugiado los que huyeron de los hipster y de los arriendos inflados de Wiiamsburg. Descubrimos que los latinos y negros, acompañados de sus sentimientos, su música y su arte, ocupan ahora otros sectores del distrito, principalmente Fort Greene, que ha conocido un pasado mejor, y también Bushvick y Greene Point. Al recorrerlos se nos vinieron encima las viejas imágenes en blanco y negro, melancólicas, del Nueva York de los años 40. Aunque algo nos hizo titubear otra vez -¡mardita Nueva York!-, pues la melancolía de una ciudad no es lo que atrae a la mayoría. Nos tuvimos que preguntar nuevamente cuál de todos las Nueva York gustará más
A los lectores. Está claro que la mayoría no preferirá que le hablemos delas flores de mayo que llegan ahora por las lluvias de abril Tampoco que los invitemos a caminar por el Central Park, alma (y pulmón)de la ciudad, cuyos soles les puedan ofrecer por estos días árboles florecidos y más de 20º C de temperatura. En cambio, muchos, o muchísimos, sonreirán satisfechos cuando les hablemos de las compras.
CON LA BOCA ABIERTA.
Nadie atiende mejor que los vendedores de las buenas tiendas de Nueva York, y en estos días de primavera aún no están repletas, y las calles -amarillentas por la muchedumbre de taxis- no nos sofocan como en verano. Aunque sólo sea para mirar, hay que darle unas horas a las estiradas Quinta Avenida (entre las calles 59 a la 50), y Madison Ave. En Madison, repartidos entre la 72 y la 58, no falta ninguno de los grandes diseñadores del mundo.
Pero si se trata de comprar bueno a precios razonables, la solución puede ser la 34th (entre la 6º y la 7º avenidas), con grandes tiendas por departamentos. Sobresale la tentación del supermercado B£-H para los amantes de la electrónica y las cámaras, en la esquina de la 34th con la 9º Ave, junto al Madison Square Garden. Siempre nos ha llamado la atención por sus buenos precios y por las peeot, las trenzas-tirabuzón que caen sobre las sienes de muchos de sus vendedores judíos ortodoxos.
Al pensar en las compras nos pareció que habíamos dado en el clavo. Es una Nueva York exquisita para señoras y caballeros, de cualquier edad. Los enamora a todos. Pero este es un tipo de viajeros al que no le gustará mucho que le recordemos algo que a nosotros nos hizo gracia, y que lo dijo el “maestro de arquitectos Le Corbusier: “Cien veces he pensado que Nueva York es una catástrofe, y cincuenta veces he pensado que es una hermosa catástrofe”. Habría que decirles entonces, que en estos días luminosos, a pesar de su sobrepoblación de edificios, Nueva York es una hermosa catástrofe. Una ciudad para caminar con la boca abierta, “con la nuca encajada entre los omóplatos”, y llevando todavía el paraguas primaveral colgando del brazo.
VER A LA GENTE SUFRIR.
Pero deberíamos invitarlos a mirar bien lo que encuentran a su paso. Especialmente por algo que puede estar en el origen del gran mito de la ciudad: ella parece anunciar el mundo del futuro. Aquí viven con bastante armonía todas las razas. Además porque ricos y sermiindigentes comparten muchos barrios, y hasta parece que los pobres son menos pobres porque en medio de este torbellino humano hasta el magnate luce insignificante. Nadie las tiene todas consigo. Se goza, pero también se sufre en esta ciudad que algunos quieren ver como la capital del mundo. Tal vez por eso, la artista Donna Summer quiso hacer claridad es decir, poner negro sobre blanco, cuando escribió: “A veces me aburro de ver las calles tan lindas de Los Ángeles…A veces quiero ir a Nueva York y ver a la gente sufrir”. Inspirada en ese amor extraño Bautizó a una de sus hijas con el nombre de Brooklyn. Ella misma moriría de cáncer al pulmón después del derrumbe de las Torres Gemelas, por respirar partículas tóxicas, según se cree.
Estábamos lanzados en esta mirada más especulativa de la ciudad, mostrando las trampas que suele hacerle al visitante desprevenido, cuando mis manos mi teclado empezaron a moverse sin permiso. Querían decirme que el lector no espera lecciones de sociología en un relato sobre una ciudad imperfecta, pero más entretenida que todas, Fue difícil conseguir que me dejaran decir algo que parece fundamental: lo más propio de esta ciudad es que se encuentra llena de gente dispuesta a empezar de nada. De la nada, pero para conseguirlo todo. Y que es un territorio para duros. Que tiene aquí su reino la ambición sin límites, ese impulso escaso que al individuo le pide tanta entereza como frialdad.
CON WAIVER O SIN WAIVER.
Sea como sea, he tenido que terminar admitiendo que después de pocos días de visita en este distrito de ambiciosos, casi todos los viajeros se van enamorados, y con ansias de regresar. Por algo será.
La verdad completa, claro, parece ser que el viajero no se enamora de Nueva York después de recorrerla. Ya está enamorado cuando se baja del avión. La razón no resulta difícil de entender. Manhattan, aprovechando que el hombre actual tiene y televisión, ha hecho ese trabajo de enamoramiento por la memoria llena de cine control remoto. Le mostró sus alturas, sus miserias, su humor woodialenesco, sus tiendas insuperables, su batido de razas y lenguas, su forma de mirar el mundo y de desafiar toda norma. Entonces, cuando un día ese extraño pisa sus calles por primera vez, no se siente extraño. Casi todo lugar se le aparece como un escenario conocido. Incluso puede parecerle cálidamente familiar. Así venga de Bangladesh o de un pueblo perdido de la Patagonia. “Yo he estado antes aquí”, le sopla su cerebro al oído. Eso convierte toda primera visita a Nueva York en una intensa luna de miel de viejos amantes. Así las cosas, resulta natural que este viaje no se parezca a ningún otro. Pero debemos decirle al lector que debe tener cuidado con lo que ha leído hasta aquí. No hay ciudad más abusada que NY. Es víctima de las manías y caprichos de los periodistas; de sus exageraciones, de su carácter cambiante; hasta de su pedantería. ¡Olvídese de todo lo leído! Los periodistas no sabemos nada de NY. Sólo sabemos que -con Waiver o sin Waiver- siempre queremos volver.
NUEVE IDEAS PARA GANARLE LA PARTIDA A MANHATTAN
1. La mejor vista: atraviese caminando el puente de Brooklyn que une este distrito con el de Manhattan. Otra gran vista: desde lo alto del Empire State. También desde el transbordador gratuito que día y noche comunica Staten Island con Manhattan. Puedes ver amanecer y anochecer.
2. El Gran Central Station: debe ser visitada aunque no tomemos el tren. Preciosa, elegante, enorme, con buenosrestaurantes, como el Oyster Bar, y acaba de cumplir un siglo. Apare- ció en la serie Mad Men y en muchogran cine.
3. Si le cargan: los McD, Le Pain Quotidien es una cadena de cafetería que en varios lugares de Manhattan sirve croissant y pain aux chocolat como en París. También hay una opción vintage, donde se vendió el primer cappuccino, al que iban Elvis, Dylan, Eco y Kerouac, y fue escenario de El Padrino 11. Caffé Reggio en el 119 de MacDougalSt., Greenwich Village.
4. Dos museos: como máximo si queremos conocer mucho de NY. El Metropolitan y el MOMA. Y en música: una sesión de góspel el domingo por la mañana en algún templo de Harlem. Elevación máxima.
5. Para ver mujeres: más bonitas o cóm ose visten las bonitas y ricas de Nueva York, un lugar seguro es el Cipriani Downtown, exclusivo restaurante de origen italiano que tiene varias direcciones en Manhattan. El del Downtown es apuesta segura.
6. Broadway; es calle de lectores. Si quiere una librería que tiene las medidas de un maratón, vaya a Strand (Broadway con la calle 12). A una cuadra al sur encontrará la más pequeña Shakespeare 8 Co. Y mejores precios en Soho Books, West Broadway 351.
7. Un crucero diferente: es Sea Tea, preferido por los amantes del barrio Christopher y muchos de los 500 mil gays que viven en NY. Por US$30,los domingos del verano navegan, comen y bailan sobre el Hudson durante la tarde y parte de la noche, en barco tipo Nueva Orleans. (gaypartycruise.com).
8.WallStreet: es demasiado importante en el mundo como para saltárselo. Es la catedral del dinero, si bien no son santos los que mueven frenéticamente las acciones en su interior. Puedes observarlos a través de un mirador de cristal.
9.Tiendas de diseño sorprendentes: hay que visitarlas de Balenciaga y Commedes Gargons. Nadie te obliga a comprar. Pregunta los precios para saber cuántos dólares salvaste…
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