Misión imposible en Loch Nech
Fuimos a cazar al monstruo
En las Tierras Altas de Escocia efectuamos la primera expedición chilena en busca del monstruo más popular del globo. Cuando tratábamos de verlo tuvimos el presentimiento que él sí nos estaba viendo. Y entonces…
El ruido lo escuché apenas. Un movimiento ligero de las aguas, y al mirar, varias ondas que crecían y crecían sobre la superficie. Nada más.
Nada menos.
Comienzo a sentir que el oxígeno se pone escaso, y me resulta difícil inflar los pulmones. Hace sólo media hora que recorremos las orillas de Loch Ness. Es casi medianoche. No hay otras luces que las del brillo de la luna de verano sobre las aguas del lago. Andamos con la esperanza de divisar al más célebre de los monstruos que vive en el planeta, pero una cosa es querer verlo y otra es que a uno lo estén viendo…
Y eso es lo que presentimos al escuchar el ruido del agua y notar luego las ondas expandirse más y más. Claro que el monstruo no vive solo y el que movió las aguas bien puede ser otro habitante de esté lago, el más largo y más grande- de todos los de agua dulce que perforan la tierra británica. Claro que, al escuchar el ruido, pasamos sin intervalos del escalofrío a la risa nerviosa.
Hace pocas horas el policía Alexander Gray nos advirtió en Inverness, puerto del lago Ness:
–Este no es un asunto para atraer turistas o cazar tontos. Mi tío abuelo Hugh Gray tomó las primeras fotos del monstruo al comienzo de los años 30; y yo lo vi con mis ojos hace poco tiempo. Las fotos originales de mi tío Hugh, que murió hace 12 años, se guardan en una caja fuerte de un banco de Edimburgo. Hay muchas copias por ahí. Otras personas también han podido fotografiarlo o verlo, incluyendo un monje benedictino.
DON NESSIE
Hemos llegado a donde este policía siguiendo las huellas de una investigación hecha por Williams S. Ellis, de la estadounidense National Geographic Society. Y el policía Gray nos confirma su certeza y sus entusiasmos por el misterioso monstruo. Incluso interrumpe su descanso dominical para reunirse con nosotros en la Estación Policial Norte de Inverness (este nombre significa “la boca del Ness”).
-Un día –dice-, iba por el camino que bordea el lago con el sargento Donald Nicholson y vimos que el agua se movía. Pensamos que se trataba de un bote naufragando. El alboroto del agua se producía a un centenar de metros de la orilla. Miramos con detenimiento y descubrimos dos aletas separadas por unos 8 metros, color oro viejo. El agua se movía como una olla hirviendo. Detuve apresuradamente el radiopatrulla y fui muy excitado a buscar testigos. Eran como las 4 de la tarde, en primavera. Cuando un bus de turismo se detuvo ya las aletas habían desaparecido… Una oleada gruesa llegó hasta la orilla, a nuestros pies.
Desde entonces a este policía escocés sus amigos lo llaman Nessie, mote con que la sabiduría popular bautizó al monstruo, para ocultar su mezcla de duda y temor por el misterioso habitante del lago Ness. En Chile hay muchos que llaman Don Sata a Satanás, por temores parecidos.
¡EXISTE!
Antes que el tío del policía, otros que dicen tener buena vista vieron al supuesto monstruo: el monje Gregory Brusey, del monasterio benedictino de Fort Augustus -aún vivo-, y una interminable lista de propietarios de la región costera del lago, desde hace catorce siglos.
La verdadera fiebre monstrual comenzó eso sí, en1933, al construirse un camino costero, y sólo a partir de los años 60 gente seria se decidió a investigar.
Esta zona de vegetación más raquítica que la de cualquier lugar de Magallanes ve florecer todos los días, con fuerza, el misterio del monstruo. Una anciana de Hallsidé, cuya casa está al lado del legendario castillo Urquhart (escenario de famosas “apariciones” del monstruo), nos advierte, mientras teje sin descanso, como tarántula:
–Hace veinte años que vivo aquí y jamás lo he visto con mis ojos. Otros vecinos aseguran haberlo divisado hace poco. Y por cierto que nuestros mayores hablaban mucho del monstruo. Le llamaban El Caballo Negro, porque ése es su color.
-Y si no lo ha visto, ¿por qué cree en él?
–Nuestros padres y nuestros abuelos eran hombres honrados. Decían la verdad. Y aquí hay mucha gente honesta que lo ha divisado. Yo paso metida en mi casa, miro muy poco las aguas del lago. Pero estoy segura de que el monstruo existe, como que me llamo Gessie Fraser.
TERROR Y TEMBLOR
Los otros vecinos -algunos, de apariencia severa- tampoco dudan en afirmar;
que Nessie existe. Lo dicen con la seguridad con que contestaría un cuidador de nuestro l cerro San Cristóbal si le preguntaran sobre la existencia de una enorme Virgen en la cumbre.
Se trata de una mayoría de gentes sencillas, con poca escuela y vidas mezquinas en emociones.
Tal vez, su única emoción se llama Nessie.
Los hay, en cambio, algunos creyentes del monstruo respaldados por años de universidad, de suspicacias inocultables. Hombres de buena índole que caen rendidos ante el encanto de Nessie. Lo han investigado y lo investigan sin descanso, como el Dr. Robert H. Rines, de la Academia de Ciencias Aplicadas de Boston. Este ha trabajado incluso con auspicio del New York Times.
Se inauguró meses atrás la Monster Exhibition (“Museo del Monstruo”) a la orilla del lago, en el cual se recogen todos los resultados de una serie extensa de investigaciones científicas sobre el tema. Fuimos los primeros chilenos en visitarla, según consta en los registros. Y nuestras libras esterlinas quedaron en la caja, pues no se trata de un mal negocio: el empresario, un escocés, decidió ordeñar económicamente a Nessie antes de saber si es hembra o macho (o leyenda), y ya comienza a rendir oro su lechería del misterio “del terror y el temblor”, como dice el salmista.
OHOHOHOUM
Llegamos hasta aquí -debemos admitirlo- sólo por culpa de Nessie, pues la región no es especialmente bella.
–¿Y si logramos fotografiar a Nessie?
Jorge laniszewski, fotógrafo de la riesgosa expedición, se soba las manos.
Nuestro centro de operaciones funciona durante estos días en un noble palacete de la zona rural vecina a Inverness, llamado Culloden House. Recibe a visitantes excepcionales y a los invitados de la British Tourist Authority, que es nuestro anfitrión.
En Edimburgo, Charles Nicholas, oficial del Servicio Escocés de Turismo, nos entregó un coche y las armas para emprender nuestro safari, y una serie de publicaciones científicas y periodísticas sobre el resbaloso y bulboso Nessie. Al llegar a Culloden House, el conserje –sin mover un músculo de su cara- escuchó nuestros planes para ir a la caza del monstruo, y luego comentó:
–Ohohohoum.
Con ese expresivo estímulo, imposible de traducir con precisión, pero algo así como ¡chuuuuuta!, partimos en busca del policía Gray.
Ahora que es de noche y hemos escuchado ese ruido en las aguas del lago, sentimos una súbita nostalgia por Culloden House. Trepamos al auto con agilidad de infantes de marina, y regresamos al palacete pensando en volver sólo cuando el sol se encuentre alto.
No creemos en el monstruo; sí creemos en el susto.
Buenas noches.
¿UN DINOSAURIO?
Ya es de día, y en el corazón del Ness una embarcación a motor nos lleva en busca de un grupo de galeses monstruomaníacos empeñados en descubrir algún rastro de Nessie. Operan sobre un yate provisto de sonar y otros equipos,
–No se debe hablar de un solo monstruo- advierte Lotins Ginsberg, biólogo originario de Anglesey-, pues seguramente se trata a lo menos de una familia. Es difícil que un solo individuo haya podido vivir tantos siglos. Si algo existe, ese algo tiene familia.
Por las descripciones que la gente hace, Nessie se parecería muchísimo a un plesiosauro, animal antediluviano que habitó muchas zonas del globo, incluyendo lo que llegaría a ser el territorio chileno.
El plesiosauro es un dinosaurio que se cree desapareció́ hace más de 50 millones de años. Vivía en el mar, pero respiraba aire. Un día se extinguió́ para siempre. Se cree que por un problema “sesual” (de sesos).
Claro que debemos andar con cuidado. El celacanto, un pez “desaparecido” para los expertos antes que el plesiosauro, apareció́ en el mar Rojo, poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
¿Podría ser Nessie, entonces, un plesiosauro?
–No lo creemos posible– responde el galés-. Durante la última glaciación todo lo que es hoy el lago Ness fue cubierto por hielo, por glaciares. Lo barrieron completamente. Ningún animal importante en tamaño pudo sobrevivir. El plesiosauro desapareció de la Tierra muchos millones de años antes. De eso no cabe duda.
-¿Qué buscan entonces?
–Otro tipo de animal acuático. Más nuevo. O, por último, buscamos la certeza que en las cuevas submarinas del Ness se oculta sólo una leyenda deliciosa.
Dice Ginsberg que de habitar aquí una familia de monstruos existe suficiente comida para ella. Otros científicos descubrieron abundante población de peces en las profundidades del lago.
¡A LA CAZA DE NESSIE!
Diversos investigadores han intentado confirmar la existencia del monstruo tendiéndole las trampas y cebos más creativos. Un breve recuento: hace algunos veranos se hizo flotar sobre el lago una extensa y sabrosa lonja de tocino, mediante un dirigible tripulado.
Nada.
A Nessie no le gusta el tocino.
Otros hombres menos tentados por la gastronomía exploraron el lado sentimental y erótico de Nessie. Con grandes parlantes transmitieron ruidos simulados de animales en celo o en actitud regalona…
Naca la pirisnaca.
Al monstruo no se lo pitan como a otros seres inferiores.
Entonces, un equipo de británicos amantes de la brujería electrónica examinó con sondas de ultrasonidos toda la profundidad del lago. Utilizó las matemáticas y la física, y modernos equipos fotográficos japoneses. Pero tal vez el monstruo sabe lo que ocurre con los japoneses (verdugos de la ballena) y ni siquiera asomó su nariz.
En la proximidad de Fort Augustus, otros echaron al lago tiestos de sangre animal (especialmente de pescado) pensando que no hay monstruo allí, sino focas.
Ni las focas ni el monstruo pisaron el palito.
Con hidrófonos para captar ruidos, un sonar, cámaras filmadoras y una multitud de cebos, otros intentaron filmar a Nessie a bastantes metros de profundidad. Aunque las cámaras se activaban solas con el menor movimiento extraño, sólo pudieron captar salmones de apariencia relajada e inocente.
La rebusca también se ha hecho mediante diminutos submarinos o brazos mecánicos, pero ha terminado siempre en un prolongado bostezo de los investigadores.
En fin, Nessie se oculta mejor que como lo hacía Greta Garbo.
“YO LO VI”
Emociones fuertes han sufrido, en cambio, los paseantes ocasionales y muchos vecinos de excursión.
-Fue impresionante. Parecía un caracol monstruoso. Estaba fuera del agua en un camino de la orilla, y al vemos corrió al lago, tambaleándose…
Era “repulsivo”, agregó George Spicer, que hace medio siglo dijo haber visto a ese monstruo descachalandrado cerca del villorrio de Dores. Después se dijo que llevaba un cordero en sus fauces. Tenía un enorme hocico, como si se hubiese descocido.
Muchos otros, a lo largo de los años (tal vez miles), han visto y, ocasional mente, fotografiado al supuesto Nessie. Casi siempre adquiere la forma de un animal de seis metros de largo más o menos, con jorobas o forma de culebra, que se asoma y desaparece muy rápidamente. Adopta, como se advierte, una actitud que no titubeamos en calificar de poco cooperadora con los fotógrafos, zoólogos y agentes de turismo.
Algunos privilegiados, como el periodista local y cuidador del lago, Alexander Cambell, dice haberlo visto o divisado casi veinte veces en los casi 40 años que lleva trabajando a orillas del Ness.
Pero ni él ni nadie ha logrado jamás hallar restos de un monstruo o cadáveres completos. Tal vez goza de una salud de fierro. Nessie podría servir de logo a las isapres, nacidas en marzo pasado.
Mientras conversamos a bordo de nuestra embarcación, salen a flote todas las teorías y suposiciones que intentan explicar la ausencia de cadáveres en la superficie. “Nunca el lago devuelve los muertos”; “los monstruos tienen su propio cementerio, como los elefantes, y allá se van a morir”; “yo he oído que durante la agonía tragan piedras para irse al fondo del lago…”.
Algún servicio de inteligencia podría hallar en esta historia buena fuente de inspiración.
LLOYD NESS
Tampoco nunca se han descubierto restos o huellas en tierra, y el testimonio de ese monstruoso y bulboso caracol con un cordero en sus fauces oscila entre la historia y la histeria.
Con poca esperanza decidimos hacerle guardia a Nessie durante un día completo. Usamos las ventanas del abandonado castillo Urquhart, sobre la bahía homónima, su lugar de recreo preferido. Con catalejos y una larga paciencia intentamos no sólo obtener fotografías de Nessie, sino ganar las 50.000 libras esterlinas (3.600.000 pesos) que ofrece la célebre compañía aseguradora Lloyd a quien atrape al gran gusano (¡vivo!).
(El premio –una sugerencia gratuita- debería llamarse Lloyd Ness)
Para recibir esas 50 mii libras, la Lloyd exige que el cazador tome previamente un seguro que vale 3 mil libras esterlina (220.000 pesos).
Después de completar la guardia de casi 24 horas seguidas, decidimos abandonar la empresa. Y no necesariamente porque no creamos en Nessie.
No creemos en los seguros.
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