Julio Martínez
“Me van a extrañar”
Hay otro Julio Martínez. Es el hombre sensato, o como quiera usted llamarlo, que si se ve obligado a elegir entre las once camisetas de un equipo o camisas de once varas, se queda con las primeras. Lo ha dicho: Nunca ataques ni a los curas, ni a los judíos, ni a los colocolinos.
“El mayor defecto del chileno es el chaqueteo y la envidia. Aquí el que triunfa o es ladrón o es marica”, ha dicho con franqueza o imprudencia.
Julio Martínez Pradanos ha cumplido 62 años con la sensibilidad patrullándole sin cesar la piel y los ojos. Por su sensibilidad se ha hecho notorio en los medios de comunicación y por la misma causa fue protagonista de un hecho poco usual entre nosotros: sólo a la muerte de su madre se supo que mantenía ya un largo matrimonio, oculto por razones filiales: su esposa era separada y tenía dos hijos, situación que su madre -por formación religiosa- no vería con buenos ojos.
Sin embargo, sobre la cabecera de la cama matrimonial, su única esposa, Norma Adriana González, ha colgado una fotografía de Julio Martínez en brazos de su madre.
¿Cuál es su estado de ánimo respecto a Chile?
-Comprobar que nos alejamos cotidianamente de lo que siempre fuimos. Cuatro, seis, ocho, diez millones de habitantes capaces de tolerarse, de pensar de distinta manera.
¿Cuáles son los defectos notorios que usted advierte en la clase más alta de Chile?
-Son los mismos que se advierten en las capas privilegiadas de casi todas las naciones. Puede resumirse en una palabra: insensibilidad.
¿De qué conductas suyas (o rasgos de carácter) se quejaban sus padres cuando usted era niño o adolescente?
-Que no me amoldaba al menú cotidiano. Tuve una adolescencia difícil. Y la sopa con lágrimas suele resultar amarga.
De muchacho habrá luchado y discutido por ideas e ideales que luego ha juzgado equivocados. ¿Recuerda alguno?
-A los veinte años el mundo se vive y observa muy diferente que a los cuarenta o a los sesenta. Jamás di mi voto a candidatos de extrema derecha o extrema izquierda. Si en Chile hubiesen mantenido unidas las corrientes de clase media auténtica, otro habría sido el cantar nacional.
Cuente cómo experimenta y maneja su agresividad.
-Eso es lo malo, que no suelo manejarla… En todo caso, se pedir perdón cuando corresponde y dar una excusa si el ancestro me ha traicionado.
Cuando se halla deprimido, ¿Qué recuerdo le ayuda a sonreír?
-La música. En la casa, en el auto, donde sea. ¡Santo remedio!
¿Se ha sentido a ratos demasiado diferente a la mayoría, casi un ser extraño?
-De ninguna manera. No creo ser extraño. Más sensible que la mayoría, eso sí.
¿Cuál es para usted la perfecta felicidad terrenal?
-Pensándolo bien, creo que no existe
¿De qué fobia o temor infantil aun no logra liberarse?
– Siempre fui metódico y ordenado. No me gusta, por ende, que rompan mis moldes habituales ni que desordenen lo que me cuesta ordenar. Soy detallista al respecto. Y a esta edad, con mayor razón.
¿La mayor satisfacción que usted ha tenido?
– Que a los sesenta y dos años aún se diga que fui un buen hijo.
¿Qué siente cuando piensa en la muerte?
-Siento pena por los afectos que dejo. Por mis seres más queridos. Lo digo con vanidad sincera o pretensión incontenible: me van a extrañar.
¿Suele hablar cuando esté solo y nadie lo escucha?
-A cada rato. A toda hora y lugar. Manejar constituye un diálogo para mí
¿Qué actitud femenina lo saca de quicio?
– La impuntualidad.
¿Qué rasgo físico suyo le incomodaba en su niñez?
-No he tenido problemas al respecto. Fui feo desde chico.
Cuando usted habla de sí mismo, ¿le duele mucho interrumpirse?
-No se olvide que la televisión acentúa el ego.
¿Cuáles son las profesiones o actividades más distantes de su vocación?
-Todas
¿Qué situación vivida por otras personas le produce siempre una envidia bajo control?
-No soy envidioso. Por lo contrario, me solazo con el buen éxito de las personas que aprecio. Pero siento escozor por los que ganan tanto y hacen tan poco.
Rasgo de carácter que le ha hecho mayor daño.
-Soy desaprensivo en lo económico. No he sabido capitalizar.
¿Qué actitud juvenil le impacienta?
-La risa idiota y la falta de entereza para echar una talla de frente…
Nota. Julio Martínez murió el 2 de enero de 2008 Ver texto publicado en revista en formato PDF Julio-Martinez