Graciela Romero
Cara chilena de “Vanidades”
Decir estrictamente la verdad es una forma de exagerar, a juicio de un divertido colega limeño. No pensaba en Graciela Romero cuando lo escribió, pero es como si la conociera.
Totó Romero, hoy responsable chilena de la revista Vanidades, ex secretaria de redacción de la Revista del Domingo de El Mercurio, usa su franqueza como mortero. Con ese mortero le gusta demoler las conciencias tranquilas, a la manera de Buñuel. Esas conciencias que permanecen tranquilas por auto benevolencia, por suficiencia moral.
Ella podría decir, como una poetisa, “acepto pleitos /insomnios /desengaños. / No puedo tolerar la indiferencia”. Y se dedica a picanear a la gente que se sale de esos valores. Le gusta contagiar dudas. Lo hace casi siempre con un ingenio y oportunidad difíciles de igualar. Y las emprende aun con aquellos que desconocen el humor, lo cual es como cantarle cumbias a un japonés.
Pero ella cumple con ser leal a su franqueza.
En muchas áreas ha defendido ideas con pasión (fue partidaria del DC Radomiro Tomic), si bien desconoce las adhesiones bastardas, y es la primera en levantar la voz, mansamente burlona, o francamente indignada, dependiendo de la falta y de la causa.
No hinca la rodilla con facilidad.
De cerca le vienen el estilo y el talento. Es nieta de un abogado y diputado porteño que combatió a Balmaceda (Revolución del 91), e hija del novelista Alberto Romero Cordero, quien se casó con argentina, pues en 1919 el gobierno le encargó una misión confidencial en Buenos Aires, donde vivó un año, y luego fue colaborador de publicaciones trasandinas. Fue periodista en viaje de Silueta Magazine, autor de Memorias de un amargado, La tragedia de Miguel Orozco, La viuda del conventillo y otras cinco novelas.
Graciela Romero essobrina de la crítica de cine María Romero.
Con ambos, ella tiene muchas características comunes. La principal, quizás, que no es de aquellos que al escribir se aclara la garganta, exhibe sus plumas como un faisán y usa palabras que nunca salen de su boca al hablar. Por eso el lector nunca se le duerme.
Ella no se durmió mientras se sometía a nuestro interrogatorio.
¡Ya lo veremos!
Al final dejo caer, eso sí, la queja de sentirse como saliendo del siquiatra.
Al leer sus respuestas, veremos que ya hace mucho Totó Romero perdió “la perversidad de la inocencia”.
¿Obra humana que más admira?
-La imprenta, el cine y las panties. Son los tres monumentos que me han hecho más feliz.
¿Qué cualidad le agregaría a la mujer chilena?
-Aprender a reírse un poco de los fracasos sentimentales. Tendemos a creer, cada una, que es lo peor y lo más injusto ocurrido a una mujer desde Eva para adelante.
¿Qué le desagrada más de sí misma?
-El juicio apresurado. Esa clasificación de las personas, a veces por primera impresión, ridícula o lesa, sin ahondar en valores que sí aparecen luego. Eso me trae un gran arrepentimiento, por lo general inútil, porque no se puede andar, como los canutos, gritando las culpas.
¿Rasgo de carácter que le ha hecho mayor daño?
-El juicio más emocional que racional aplicado tanto a lo importante como a lo intrascendente. En frío, comprendo, como dice Juan Enrique Lira y otros más cuerdos, que “el que se chorea pierde”.
¿Defecto suyo que le produce mayor torrente de gozo?
-El impulso irresistible de contestar lo que pienso al latero, al pedante o al gazmoño, aunque salga perdiendo. A la corta. Muchas veces uno se arrepiente, pero a la larga, se encuentra con que ha sido saludable.
¿Qué le saca pica?
-El tantas veces repetido “es un muy buen sueldo para ser mujer”.
De todas las rutinas matrimoniales, ¿cuál es la más mortífera?
-Supongo de las relaciones con el amor obligado. Yo no alcancé a llegar a la rutina en un matrimonio de un año y algo más.
¿Hay algo hecho por usted que todavía le tenga el alma indigestada?
-No haber tenido otro hijo por la falta de una libreta de matrimonio.
Obligada a nacer de nuevo, y fuera de Sudamérica ¿qué cuna escogería?
-Quizá si con los esquimales. No tienen que costear calefacción porque se les derretiría el iglú, y cuando ya se llega a vieja, la familia la lleva cariñosamente a dormirse en el hielo. Harto más piadoso que lo que está pasando con los viejos en general y los jubilados sin reajuste en particular.
-El único secreto jamás traicionado por la mujer es el de la edad. ¿A qué lo atribuye?
-A que los hombres, desde cada edad en que están ellos, e incluso los viejos peor tenidos, exigen entre muchos atributos que la mujer tiene que ser joven, para tomarla en cuenta como tal. Y si no, ¿por qué el 90 por ciento de los segundos matrimonios tiene que ser con una 15 o 20 años menor?
¿Qué le hace reír a carcajadas?
-Ciertas locutoras de televisión vestidas para el Palacio Cousiño, y con voz de lecho, para decir “y ahora veremos la película tal o cual….”
¿Suele hablar cuando nadie la ve y escucha?
-Por supuesto, y cada vez más, en la medida que vivo sola y que aquello de que “por la boca muere el pez” se hace cada vez más evidente.
¿Qué sucesos le impresionaron más en su infancia?
-Quizá si cuando en educación básica, las monjas hicieron un escándalo por que nos quedamos tres en un baño capeando el Mes de María, con lo que descubrí el lesbianismo. Y las mismas monjas diciendo que los masones se comían los niños al horno, y descubrir que mi padre era masón. Las monjas me fregaron mucha infancia.
A veces el ser humano se ve obligado a poner su voz de rodillas. ¿Le ha ocurrido?
-A cada rato, desde la voz arrodillada a la señorita que tiñe en la peluquería, hasta el cajero que puede recibir el pago en la ventanilla menos ajetreada. El favorcito nuestro de cada día.
¿Qué rasgo físico suyo le incomodaba en su niñez?
-La estatura. En ese tiempo ser alta era poco femenino y siempre había un gracioso en las fiestas que apostaba que se atrevía a sacarme a bailar llegándome a la cintura.
Si se le encomendara diseñar un nuevo escudo nacional, ¿qué símbolos escogería?
-El cangrejo, con el lema Los campeones para ir para atrás. Celebramos las derrotas (21 de mayo, desastre de Rancagua y otras); perdemos los sueldos de Chile (salitre, cobre); tenemos un Estrecho rentable en Magallanes y nos hacen un canal de Panamá; dejamos que el desierto se nos venga al Valle Central, etc., para no seguir con otras pérdidas mayores o menores.
De sus contemporáneos, ¿a quién más admira?
-A una Oriana Fallaci capaz de convertir una entrevista en un capítulo para la historia a punta de inteligencia, cultura, sagacidad y estrategia periodística, probando que la prensa poder ser el cuarto poder del Estado, lo que tantas veces parece un chiste cruel.
¿Qué modelo humano le atrajo en su juventud?
-La Esther Williams. Nadaba bajo el agua y salía con el moño y el maquillaje resplandecientes. Era todo el desanude físico que envidiaba del Hollywood que impuso los figurines de mi generación juvenil.
¿Qué otra profesión le gustaría tener?
-Hoy por hoy, cura. Robin Hood queda como alpargata vieja al lado de lo que en su mayoría están haciendo por los pobres.
¿Cuál es la reforma a la que más aspira?
-El que a una la dejen morirse en paz sin enchufarla a máquinas por la obligación médica hacia la supervivencia del paciente.
¿Qué don extraordinario le gustaría poseer?
-Hacer verdad aquello de “cada niño viene al mundo con una marraqueta debajo del brazo” entre tantos centenares de miles para quienes la frase resulta más que ociosa, una burla.
¿Qué es lo que más le gusta de usted?
-Es tan absurdo el me guste, pero para no pasar por la antipática falsa modestia, quizás si me gusta haber aprendido a escuchar a través de mi formación como asistente social.
-¿Ha hecho una estimación del déficit de besos y caricias que usted tiene en su subconsciente? ¿Influye ese balance en su vida afectiva de ahora?
Como los besos y las caricias no se miden como el agua caída que le dicen, no sé si estoy con déficit o superávit. Prefiero suponer lo segundo.
¿A qué majadero le quitaría el uso de la palabra temporalmente?
-A esos políticos de la Oposición que reducidos por largo tiempo al oro del silencio, cuando vuelven a hablar hacen pensar que la política no es el arte de gobernar sino de majaderear.
¿Cómo recuerda su primer encuentro consciente con la tristeza?
La Navidad que no tuve juguetes porque mi papá estaba desterrado en Aisén durante la dictadura de Ibáñez del Campo. De una sola vez perdí el Viejo Pascuero y la fe en la justicia, porque Alberto Romero era incapaz de matar una mosca, y mucho menos volar el puente del Maipo (como le acusaron falsamente por un tiempo).
¿Cuál es el personaje internacional que le irrita ver o escuchar?
-El cura Lefevre. Por sus defensas del latín y las polleras sacerdotales, cuando la Iglesia Católica se está jugando cosas tan serias.
¿Qué comportamiento de la sociedad le resulta incomprensible?
-La gazmoñería aplicada al vecino. Que no pase la ley de divorcio porque es pecado divorciarse (la nulidad no está en la tabla pecaminosa). O que se condene la píldora anticonceptiva por cancerígena o pecaminosa, cuando para tantas mujeres otro niño más es dolorosamente peor que el cáncer o el infierno.
Cuente cómo experimenta y maneja su agresividad.
-La experimento hasta enfermarme físicamente con las beaterías, las paterías, las hipocresías, lo que me parece injusto. Pero no se me ocurre otro manejo que el comentario de palabra, lo que redunda en que me cataloguen de amargada o resentida. A lo mejor es así, pero como no me lo parece, la agresividad queda.
¿Qué situación vivida por otras personas le produce una envidia bajo control?
-Las mujeres tontorronas y poco enteradas que convencen a los maridos que eso es femineidad.
De acuerdo a sus aspiraciones ¿qué nación de hoy le satisface por su forma de organización social y económica?
-Holanda, por ejemplo. La reina Juliana andaba como cualquier otra gorda por la calle, y cuando Bernardo, su marido, hizo un manejo con aviones casi pierden el trono. Además, es un país donde todos los holandesitos son de cachetes colorados sin que se cacareen logros en nutrición infantil.
¿De qué conductas suyas (o rasgos de carácter) se quejaban sus padres cuando usted era adolescente?
-De lo poco cariñosa y la terquedad. Hoy me parecen producto de la timidez o el temor al ridículo no superados.
¿Cuáles son los defectos más notorios de la clase media chilena?
-Andar a la eterna búsqueda de la situación, el pariente, el sacrificado derroche o la tenidita que la haga pasar por clase alta.
¿Cuáles son los defectos notorios que usted advierte en la clase más alta de Chile?
-Reírse de los rotos de la clase media. Hasta que no aparece uno de ellos con bastante plata como para casarse con la hija más bonita de la familia, o hacer una sociedad ventajosa, e ingresar al susodicho al grupo.
¿Por qué siente mayor curiosidad?
Por lo que sucederá después de 1989.
¿Qué siente cuando piensa en la muerte?
-Que sería una lástima morirse antes de que pasen cosas que uno quiere que pasen…
Graciela Totó Romero Piñero murió en el 2011, a los 86 años. Ver texto publicado en revista en formato PDF Graciela-Romero