El enviado especial al extranjero
Revista Cuadernos de Información de la Facultad de Comunicaciones de la Pontifica Universidad Católica de Chile
LUIS ALBERTO GANDERATS, jefe del Área Internacional de la Revista del Domingo
Se me pide resumir lo que de otros he aprendido para desempeñar funciones de enviado especial al extranjero. Dispongo de espacio sólo para un punteo esquemático. Me limitaré a las cuatro misiones más comunes que al periodista le encomiendan — ¡a veces todas a la vez!— antes de cruzar la frontera: 1) Cubrir sucesos noticiosos; 2) entrevistar a personajes de interés permanente y ocasional; 3) efectuar un diagnóstico de la situación política-social de un país, y 4) preparar reportajes de índole magazinesca sobre países, regiones, ciudades, minorías étnicas, etc.
Del punteo que sigue no he eliminado algunos recursos de apariencia obvia, pues suelen ser los primeros en ignorarse. Para desempeñar las tareas citadas, es preciso dar muchos pasos que ahora describiré, cuyo orden o frecuencia de uso dependerán de la misión encomendada.
Algunos de ellos:
1. Pedir apoyo a los colegas del país al cual llegamos. Ellos disponen de antecedentes y contactos, y trabajan en horarios en que otras fuentes de información suelen estar cerradas.
2. Hacer contacto con chilenos residentes que puedan disponer libremente de información. Esta ayuda resulta especialmente útil en países de cultura y lengua muy diversas a las nuestras, para adquirir rápidamente una orientación sobre aspectos del país que nos interesen. Los consulados de Chile o de otros países de habla hispana pueden orientar en la ubicación de este tipo de informantes.
3. Si el enviado especial no va tras los personajes, sino a tomar el pulso a un país, es aconsejable que eluda las cadenas hoteleras y pruebe los pequeños hoteles que conservan rasgos culturales de la región visitada.
4. Las agencias locales de viajes sirven muchísimo para orientarse sobre los lugares de mayor interés turístico y cultural; pero luego el reportero procurará viajar por cuenta propia en los medios de transporte públicos, con la mayor libertad posible.
5. Antes de viajar habrá reunido, naturalmente, el material básico sobre el área que se propone investigar, ya que un viaje hecho a ciegas suele terminar en ninguna parte, y la falta de información elemental sobre el país visitado será un escollo en la relación con los informes locales.
6. Para entrevistar personajes que tienen sus agendas recargadas, es necesario, a menudo, establecer contacto previo desde Chile, a través de los canales convencionales (correo, teléfono, contacto diplomático o periodístico, etc); de paso, diré que las entrevistas con auténticas personalidades mundiales rara vez rinden lo que se espera, debido a la escasa importancia relativa de nuestra prensa en el ámbito mundial (las entrevistas son breves, de simple compromiso). La información obtenida, en consecuencia, resulta más pobre que la de rutina ofrecida por los teletipos o servicios de satélite. Por tal razón, juzgo más útil destinar nuestro tiempo a conversar con buenos informadores, de acceso más fácil, para poder entender y explicar una situación noticiosa. Descubriremos casi siempre, asombrados, que el mundo conocido por nosotros a través de las agencias casi nunca se parece al mundo real. Las razones de ese fenómeno no me han sido pedidas para esta reseña.
7. La lectura de revistas y diarios del país que se encuentra en circulación nos ayudará a encontrar informaciones e informantes, así como nuevos temas dignos de nuestra atención. La lectura de revistas y diarios ayuda a situarse mejor al periodista dotado de sensibilidad.
8. Quien aspire a realizar reportajes de viajes debe hacer algo simple: ser viajero y no turista. Esta fórmula obvia nos aleja de la rutina del periodismo. Viajar implica meterse en la intimidad de la geografía, caminar por donde camina la gente del país, usar sus medios de transporte, comer lo que ellos comen y donde ellos lo comen (ojalá en sus propias casas). Será necesario someterse a los rigores, riesgos y emociones irrepetibles de ciertos viajes difíciles, para vivir intensamente esa realidad y poder compartirla con el lector.
9. El autor de reportajes de viajes debe auxiliarse con libros y otras publicaciones, razón por la cual toda excursión pasa forzosamente por la ruta de las librerías y bibliotecas, dentro o fuera del país.
10. Al reportear e informar sobre un suceso noticioso, el periodista no puede olvidar jamás que junto con sus despachos (o antes) llegarán a su medio de información (y a los de la competencia) los despachos de las agencias noticiosas. Por lo tanto, el enviado especial debe huir de la rutina y buscar especialmente el tipo de información que complemente imaginativamente el trabajo de la agencia internacional, y que, de algún modo, contribuya a mostrar los hechos de la forma más objetiva posible. Si no alcanza esa meta, el enviado especial pierde gran parte de su razón de ser. ¿Qué tipo de informaciones conviene recoger? Cada caso ofrece alternativas distintas, que difícilmente podríamos mencionar aquí de manera exhaustiva. Obviamente, todo lo que tenga relación con nuestro país se encuentra en el primer rango de interés: chilenos residentes embajadas, asuntos políticos, económicos, culturales, deportivos y de muy diversa índole.
11. Finalmente, la concisión, amenidad y claridad de los textos (¡no he predicado aquí con el ejemplo!) adquiere en el periodismo de Enviado Especial un valor dramáticamente alto. No se traspasa la frontera para hacer editoriales densos ni crónicas de laboratorio: vamos a mirar y a sentir en representación de quien nos lee. A él debemos convertirlo en un observador atento y emocionado de una realidad que le interesa.
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