Costó tiempo y trabajo convencerlo de que respondiera nuestras preguntas. Quiere evitar la imagen frívola que algunos se han dedicado a dibujar, tal vez por celos. Es un arquitecto de gran éxito, que dice que nunca cambia un congreso sobre urbanismo por un evento social puro y duro. Sin embargo, la prensa desequilibra esa realidad, explica, y se le ve más en tales eventos que como presidente de la Comisión Patrimonio Arquitectónico del Colegio de Arquitectos.

Esto es lo que nos dijo:

¿Cuál le parece la persona chilena más atrayente y por qué?

Nicanor Parra. Mezcla la poesía, la ciencia, la locura, la pasión, la energía vital y el sexo.

De lo dicho en contra suya, ¿qué le ha hecho gracia?

Que soy avasallador y vanidoso.

¿Cómo se conduce al conducir? Descríbase con valentía.

Exagerado y acelerado. Me gusta llegar primero al semáforo. Practico el slalom automovilístico.

Bejamín Subercaseaux no encontró mejor solución para insuflar alegría al chileno que… la transfusión de sangre total. ¿Qué haría usted?

Institucionalizaría la cumbia como baile nacional y eliminaría la cueca. Reivindicaría la quinta de recreo y el pichuncho: pisco con vermú.

Defínase respecto de la religión.

Católico no observante. Rechazo las religiones prohibitivas y punitivas, con las penas de infierno. Creo que hay un solo Dios, más comprensivo y menos estricto.

Si se olvida de los duelos, ¿recuerda por qué ha llorado en la edad adulta?

Por impotencia. De felicidad cuando vi nacer a la Antonia, mi única hija después de tres hombres.

Describa su mejor fiesta.

Mis amigos, mucha música, muchas horas, hasta la amanecida.

Actitud juvenil que le impacienta.

La desidia, la apatía y el descompromiso.

¿Qué afinidad tiene con lo esotérico oriental en boga?

Muchísimo, especialmente a través de mi mujer, Diana Wilson, que es tarotista.

¿Para qué tipo de juegos aún se deja tiempo?

Para el deporte, especialmente jogging, y el lanzamiento al Martini.

¿Qué siente y qué hace cuando comprueba que ciertas personas procuran evitar su presencia?

Casi me gusta

Modelo humano que le atrajo en su adolescencia.

El del maestro, que despertó en mí la pasión por la arquitectura. Más allá del dinero y la formalidad, el maestro, que con imaginación y entusiasmo me hizo ser arquitecto integralmente:

Sergio Larraín y Fernando Castillo.

De sus contemporáneos, ¿a quién admira más?

En lo internacional, Felipe González; en lo nacional, Nicanor Parra; en lo cotidiano, Sebastián Piñera.

¿Dónde estaba entre el 11 y el 13 de septiembre de 1973? ¿Qué hizo?

Encerrado por obligación en mi casa, una parcela en La Reina Alta, pasé comiendo porotos y tomando gin Nicholson con un inglés que venía de Londres a trabajar conmigo y precavidamente se trajo un cajón de gin. ¡Oro en esa época! El inglés vivía en mi casa y al devolverse ese 11 en la mañana llegó acompañado de un egipcio, compañero en su curso de español. ¡No sabíamos qué hacer con él!

¿Qué coincidencias ha descubierto con otros Leo?

La persistencia, la imaginación y la energía.

Para Chile, ¿qué rescataría de los llamados socialismos reales?

La redistribución del ingreso y oportunidades para todos.

¿Qué le enfurece?

Que el califont no funcione.

¿Qué le provoca alegría?

La ducha eterna.

¿En qué se parece a sus padres?

A mi madre, la facha y la alegría. A mi padre, la responsabilidad y el trasnoche.

¿Con quién de sus contemporáneos le gustaría conversar, y para saber qué?

Con Krishnamurti y con Carlos Castañeda. Con uno para saber de la libertad personal  y cómo administrarla; con el otro, para saber sobre el mundo mágico que hay dentro de nosotros.