Carolina Arregui |  “Aylwin, ¡Cuidado con los viudos!”

Carolina Arregui
“Aylwin, ¡Cuidado con los viudos!”

Publicado el 21 octubre 1991

Desde la telenovela Angel Malo, en el llamado “canal del angelito”, supo lo que era consagrarse y ha estado en boca y pantallas de todos. Lo que poco se sabe es su posición ante la vida y los asuntos ajenos a su profesión, más allá de que fuera una niña que dolorosamente pudo terminar su educación media, aunque como virtual autodidacta ha ganado eficacia, notoriedad, experiencia y permanencia en la profesión que escogió a los 18 años.

¿Qué piensa?  ¿Qué le hace disfrutar? ¿Dudar? ¿Lamentar?

Sobre eso fue el diálogo.

¿En qué se parece a su madre? ¿A su padre?

En nada que quiera comentar.

Si pudiera modificar algún aspecto de cómo la criaron, ¿cuál escogería?

El que me hubieran dado mucho más amor que el que tuve.

¿De qué conductas suyas o rasgos de carácter se quejaban sus padres cuando era niña?

Terquedad.

¿Cómo es su relación con la angustia?

Pésima: la soporto mal.

¿Y con el sentimiento de culpa?

Pésimas.

¿Qué virtud suya intentaría que se le reconociera?

El esfuerzo por tratar de ser cada día mejor.

¿Qué le gustaría estar haciendo de aquí a cinco años?

Lo mismo que ahora o algo parecido, pero satisfecha conmigo misma.

¿Qué rasgos físicos le incomodaban en su niñez?

Mis piernas flacas y mi manera de caminar.

¿El día más pleno de su vida, descartando lo familiar?

El día en que descubrí que mi potencial talento era reconocido.

¿Qué es lo peor que le ha pasado?

Ya no importa. Hace tiempo ya pasó.

¿Por qué ha llorado alguna vez frente a su pareja?

Por soledad y por recuerdos ajenos a la pareja, relacionados con la niñez, por traumas y también por revelaciones bellas.

¿Qué cosas que ha vivido habría evitado si hubiese dependido de usted?

El no haber tenido poder de decisión sobre mí durante mi infancia y adolescencia.

¿De qué modo practica ahora la democracia en su casa?

Dentro de mis limitaciones, de modo más justo, sin atropellar mi autoritarismo innato.

¿Cuándo fue la última vez que castigó a alguien o lo golpeó, y por qué?

Castigo dentro de mi familia, por eventos familiares. Me incluyo dentro de los castigados.

¿Qué es lo que menos le gusta de la vida que lleva ahora?

A veces, la rutina.

¿Dónde estaba entre el 11 y el 13 de septiembre de 1973? ¿Qué hizo?

Estaba en mi casa, estaba escondida, no entendía exactamente qué pasaba, y era una niña que estaba muerta de susto.

¿Respecto a qué materias, personas o grupos le diría a Aylwin «tenga cuidado, Presidente»?

Debe cuidarse de los viudos del poder, y creo que él lo sabe mejor que nadie.

¿En qué se diferencian el presidente Aylwin y el presidente Frei Montalva?

Según he leído y escuchado, Frei gobernó respondiendo a las expectativas de su partido y del país, y Aylwin debe tratar de no desconcertarse con la Concertación, con su partido, con mirones de ayer y con el país. Le tocó más duro.

¿Errores cometidos por los chilenos como pueblo?

Chiquitear lo grave e imperdonable. Agrandar la copucha. Ser alérgicos a las críticas y sufrir de amnesia selectiva.

¿Comportamiento de los políticos que le resulta incomprensible?

El de justificar su acción diciendo que esos «altos intereses de la Nación» postergan los «bajos intereses» de los que sufren, piden igualdad, justicia y representación de justamente aquellos a quienes eligieron.

¿Actitud de los jóvenes que la impacienta?

El no profundizar en valores y en buscar patrones de conducta extranjeros.

¿Cuál es su posición sobre el sexo?

Deleitable, pero no imprescindible.

Reforma a la que más aspira.

La Justicia, más allá de las consecuencias.

¿Cambiaría el actual sistema de nulidad matrimonial por una ley de divorcio aprobada por plebiscito?

Sí. Es más honesta.

¿Qué sociedad le satisface más por la forma como ha resuelto la mayor parte de sus problemas sociales, políticos y económicos?

Me gustaría Suecia con un feeling latinoamericano.

¿Qué válvulas de seguridad se permite para que escape el exceso de vapor y no reventar?

Vitrinear, comprar de vez en cuando, copuchear con mis amigas y desahogarme con mi media naranja. A veces también, pensar, en soledad y en profundidad.

Si usted cierra los ojos y se pone a soñar, ¿qué se imagina haciendo? ¿Dónde, con quién? ¿Por unos días o para siempre?

Me convierto en Heidi, con un abuelo terco, pero cariñoso y sabio; una casita de madera, animales, amigos y «con todo lo bueno que hay en la vida», como dice Oscarito, mi hijo mayor.

Mírese con detenimiento y diga a qué animal podría parecerse.

Tras largos minutos de observación que finalizaron en un sonoro ¡cuac”, llegué a la conclusión que desciendo de un pato.

Defínase respecto a la religión.

Tolerante, observante, no practicante.

¿Qué afinidad tiene con lo esotérico oriental en boga?

Mucha, pero nunca tanto como quisiera.

De sus contemporáneos, ¿quién admira más?

A los que han llegado al final del camino luchando, sin transigir y enteros.

¿Cuál es el más vasco de sus rasgos?

Obsesiva.

¿Ha sido infiel?

Para no ser obvia: ¿A qué, a quién? ¿De pensamiento, palabra u obra?

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